El Wandagate, un escándalo mayúsculo, sideral y repleto de detalles escabrosos. Esa infidelidad de Mauro Icardi a su esposa Wanda Nara con el romance oculto y clandestino con la China Suárez activó decenas de ramificaciones, de secuelas y consecuencias graves.
Una de las facetas de la polémica se centró en el descubrimiento impresionante del modus operandi del delantero para consumar la noche de hotel con María Eugenia. Esa velada de desenfreno implicó toda una logística, como el viaje relámpago de la actriz a París y un ayudante insospechado.
Mauro dispuso de la colaboración, tal vez indirecta y sin consentimiento, de Jakob Von Plessen. ¿Cómo? Sí, el marido de Zaira Nara se encontraba en la capital francesa cuando su mujer se trasladó a Milán con Wanda. Así que terminó oficiando de campana en la puerta del hotel del engaño.
Al menos, eso es lo que se desprende de todas las averiguaciones, de los pocos testimonios fehacientes. De hecho, ese accionar de Jakob puso en jaque su matrimonio, porque Zaira sintió como una daga se le clavaba en el corazón al anoticiarse de la implicancia de su hombre.
Se especuló hasta el hartazgo de una posible ruptura, de una crisis tan profunda que podía derivar en el divorcio, porque la modelo consideraba que se había roto con la confianza absoluta con su marido. No obstante, Zaire y Von Pleesen se eligieron mutuamente.
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Todo eso quedó en el pasado, porque todos los integrantes de este escabroso suceso se reencontraron en la mansión que Wanda heredó de Maxi López en Nordelta y se juntaron como si nada hubiese pasado a celebrar la Navidad.
Con diferentes posteos, Zaira y Jakob lucieron enamorados, embelesados el uno con el otro y permitieron darle rienda suelta a gestos amorosos, como el juego de abrazarse y caer juntos a la pileta kilométrica de esa casona.
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