La escritora y periodista argentina María Gainza presenta por estas horas en España su primer libro de poemas, Un imperio por otro, que en la Argentina publica editorial Mansalva. El poemario -escrito hace unos días años y que había quedado a la espera de un posterior “rescate”- puede considerarse la precuela de su novela El nervio óptico, asegura la autora.
“Bajo la copa de mi arce escribí mi primer texto encolumnado. Esto sucedió hace diez años exactamente, y aunque no son sonetos de Góngora, fueron mi cantera inicial y de ellos surgió, más tarde, un libro”, explica Gainza.
Antes, le había dicho a la periodista Mercedes Ezquiaga, de Télam: “El nervio óptico era el título de un poema, los epígrafes que aparecen en la novela son fragmentos de otros poemas. Y después están las obsesiones recurrentes: la enfermedad, las pinturas, la muerte, los caballos, las noticias, es decir, el diario como herencia familiar, los pájaros, incluso algunas cosas que sobrevuelan como ausencias, todo está anunciado ahí”.
“Me cuesta pensar estos textos como poemas, así como me cuesta pensar mis notas de arte como ensayos o mis relatos como cuentos”.
María Gainza
Escritora
Gainza comenzó como ensayista, en 2014 publicó su primera novela, El nervio óptico, y ahora publica su primer poemario, un tránsito constante entre géneros que la autora afronta con naturalidad: “Me cuesta pensar estos textos como poemas, así como me cuesta pensar mis notas de arte como ensayos o mis relatos como cuentos”, dice.
Admite finalmente que Un imperio por otro es el “origami” de El nervio óptico.
En el libro de poemas planean ciertos temas que le obsesionan y que no dejan de aparecer, pero eso no los convierte en autobiográficos, pues lo que sí forma parte de su biografía es la manera de escribir: “Mi estilo habla más de mi que cualquier anécdota biográfica. Mi mirada, mi ritmo, mis oraciones, mis errores, sobre todo”.
Por su educación anglófila, su primer referente fue Emily Dickinson, cuyos poemas se aprendía de memoria y recitaba por la noche en sustitución del Padrenuestro, y solo en la adolescencia, al terminar la secundaria, llegó a la poesía latinoamericana.
Nacida en Buenos Aires, Gainza trabajó como corresponsal de The New York Times en Buenos Aires y ArtNews; y durante más de diez años fue colaboradora regular de la revista Artforum y del suplemento Radar del diario Página/12.
La escritora rehúye de lo categórico a la hora de definirse. / Foto: Archivo Clarín
En 2011, Capital Intelectual publicó Textos elegidos, una selección de sus notas y ensayos sobre arte argentino.
Unos años después, su primera novela, El nervio óptico (Anagrama, 2014) fue traducida a más de quince idiomas y su libro La luz negra (Anagrama, 2018) ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz.
A mediados del 2020 apareció Una vida crítica (Capital Intelectual), una versión ampliada de aquel primer libro de textos de arte.
Un poema
El frasco
Te robaste el frasco del hospital, de recuerdo dijiste.
La tomabas para el dolor y el dolor no pasaba, sólo te colocaba en ese lugar allá lejos, el rostro mudo de San Jerónimo con la espalda encorvada como un signo de interrogación.
Maresca decía: “Me voy a mirar el cuadrito” y se tomaba su dosis de morfina.
Tiene el vidrio acaramelado, el interior de un panal de abejas.
¿Sería eso lo que te gustaba?
Y una etiqueta en cinta adhesiva deshilachada donde se lee: cama 1224.
El médico dijo, de a poco, es muy adictiva, si no, mire a ese paciente, ahora que se curó ya no se puede ir.
Vos me decís que la tomás sólo de noche cuando todo es peor y los viejos gritan Mamita y nadie los viene a tapar.
Incluye información de EFE
VA
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