“Muchas gracias por tanto, Martín”. La tarde arrancó a pura emoción para Darío Benedetto, quien no pudo resistirse a la tentación de acercarse a saludar a su ídolo: Palermo. Antes del partido, el “Pipa” se mandó una corrida hacia el banco de suplentes local y se fundió en un afectuoso abrazo con el “Loco”, el eterno goleador que inspiró sus sueños con la pelota.
Pero dentro de la cancha, lo de Benedetto ante Aldosivi fue más parecido a Juan Román Riquelme. El delantero de 31 años demostró que no siempre precisa convertir para ser determinante en el desarrollo de un partido. En cada intervención exhibió su jerarquía, en cada toque se las ingenió para generar peligro.
El atacante volvió a hacer méritos para ser catalogado como el mejor refuerzo del fútbol argentino en el último mercado de pases. Porque venía de convertir el gol del 1-1 ante Colón en la Bombonera y, en esta oportunidad, cambió su rol.
De entrada asistió a Sebastián Villa en la acción que abrió el partido, tirándose atrás y metiendo el pase justo en el momento indicado. Fue un toque en el que mostró su lectura de juego. Con su dinámica permanente no brindó referencias, salió del área para integrarse al circuito de juego de Boca y fue difícil de tomar para los zagueros.
Un taco espectacular, lujos y un tremendo caño a Tomás Martínez a los 20 minutos de la segunda etapa formaron parte de su repertorio. Pero Benedetto fue mucho más que eso y no se quedó en el decorado, sino que fue a los papeles cuando tuvo que hacerlo.
En la primera etapa el arquero José Devecchi le contuvo un buen remate de afuera del área y en el complemento probó suerte dos veces: tuvo una en la que la intentó picar y otro disparo que se le fue por sobre el travesaño.
“¡Pipaaa, Pipaaa!”, entonaron a coro los hinchas de Boca a 15 minutos para el final, cuando fue reemplazado por Luis Vázquez. Y al retirarse del estadio hasta le regaló su camiseta a uno de los hijos de Palermo. No es para menos: Benedetto ilusiona a todos en Boca.
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