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Hungría tiene la macabra distinción de haber dado a luz a dos de las figuras más despiadadas en encajar en el perfil de un asesino en serie, incluso antes de que se acuñara el término. Una es Erszebet Báthory, una sádica mujer noble que usó su estatus para infligir torturas a una cantidad incalculable de víctimas, dice la leyenda para bañarse en la sangre de sus víctimas y así asegurar su belleza eterna. La otra es una canción.

«Gloomy Sunday», la canción en cuestión, nació durante uno de los momentos más sombríos de la historia mundial. Escrita en 1933 por el pianista y compositor húngaro Reszõ Seress en el contexto de la Gran Depresión y una creciente influencia fascista en Hungría, la canción es una especie de súplica de misericordia durante el momento más oscuro de la humanidad.

La letra original publicada de Seress se titulaba «Vége a világnak», o «El mundo se acaba», y reflejaba una creciente sensación de horror y desesperación por el estado del mundo. «Los ángeles no han pensado en devolverte / ¿Estarían enojados si pensara en unirme a ustedes?», cantó Pál Kalmár, el único cantante que aceptó grabar el tema en su momento, en la primera estrofa de la macabra marcha.

«Gloomy Sunday» está cubierta de una belleza trágica. La melodía en clave menor de la canción es a la vez increíblemente pegadiza y siniestramente oscura, diseñada para evocar una sensación de desesperación que trasciende el lenguaje. Si bien la canción de Seress se convirtió en un éxito internacional, finalmente grabada por Billie Holiday en lo que ahora es su versión más famosa, uno solo necesita escuchar la emoción en la voz suavemente adolorida de Kalmár para saber el dolor detrás de los versos.

Sin embargo, sus orígenes provienen de algo tan simple como una ruptura, ya que Seress escribió la canción después del final de una relación. Que la canción ahondara tanto en sentimientos personales tan desgarradores inicialmente resultó ser un obstáculo para el compositor en su intento de publicarla. Según informes rescatados por la revista Treble, un editor dijo: «Hay una especie de desesperación terrible y convincente al respecto» sobre su renuencia a publicar la canción.

Y, a pesar de esto, «Gloomy Sunday» se convirtió en un éxito. Más que eso, se convirtió en un hit, traducido a muchos idiomas por innumerables artistas alrededor del mundo. Pero a medida que la popularidad de la canción crecía, también lo hacía la leyenda negra que hoy la caracteriza. Según el mito urbano, la canción provoca tal tristeza en quienes la escuchan que llevó a que cientos de personas se quitaran la vida.

Algunos de los diversos relatos de sus supuestas fechorías morbosas incluyen: un zapatero cuya nota de cuando se quitó la vida citaba la canción, una niña en Viena que se ahogó mientras sostenía su partitura, un hombre que se pegó un tiro después de decirle a sus seres queridos que la canción no salía de su cabeza, una mujer en Londres que sufrió una sobredosis mientras la escuchaba, y la lista continúa.

Debido a la epidemia de muertes tras el lanzamiento de la canción, las autoridades húngaras desaconsejaron la transmisión de la canción. El país llegó a prohibir la canción, y si bien esto puede sonar extremo, fue el mismo camino que siguieron los Estados Unidos y el Reino Unido, con estaciones radiales tan importantes como la BBC británica prohibiendo su aparición en el aire.
De acuerdo con su leyenda, importantes emisoras europeas y estadounidenses prohibieron la canción.

A pesar de la paranoia que aún rodea la canción, la sombría reputación de «Gloomy Sunday» parecen ser una distracción de la genuina tristeza que la vio nacer. El panorama en el que se estrenó fue uno de los más oscuros del siglo XX, y Hungría, hasta los años 80, tuvo una de las tasas más altas de todos los países del mundo, lo que sugiere que «Gloomy Sunday» fue simplemente un reflejo de la desesperación que la rodeaba, más que su causa.

En cuanto a Seress, el artista Húngaro que luego de dejar el circo por una caída y volcó sus emociones en el piano, él murió en Budapest en 1968, luego de saltar del balcón de su departamento tras años de silencio. «Déjales saber que estoy orgulloso de irme, la muerte no es soñar».

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Fuente Nuevo Diario