Cambios y más cambios. La salida de Boca de su estadio para reacondicionarlo abrió un frente de conflicto que se soluciona sobre la marcha y que, para la próxima presentación como local, lo obligará a mudarse nuevamente: pasará de Liniers a la cancha de Racing en Avellaneda.
El punto es que hubo muchos problemas para acceder al estadio José Amalfitani en la tarde-noche del domingo, donde el Xeneize recibió a Rosario Central. Los socios se encontraron con dificultades para conseguir el canje, después que se habilitaron 31.500 lugares. Muchos, entonces, se quedaron sin butaca pese a que reunían sus requisitos.
Y los que tenían el ticket en mano tuvieron que armarse de paciencia para poder entrar a la cancha, porque la Policía hizo del barrio un auténtico fuerte inexpugnable, con la avenida Juan B. Justo vallada a la altura de Irigoyen, al igual que todas las calles aledañas.
Esto también provocó la bronca de los socios de Vélez contra sus dirigentes, porque fue cerrado el Polideportivo del club sin anuncio previo, y no pudieron entrar a los diferentes sectores. El clima ayudó a que no hubiera concurrencia a la pileta, que suele estar repleta los fines de semana de verano.
Lo cierto es que, ante esta situación, el vicepresidente del Xeneize, Juan Román Riquelme, llamó al mandamás de Racing, Víctor Blanco, para pedirle la localía en el estadio Presidente Perón de Avellaneda cuando tenga que recibir a Huracán, el próximo 6 de marzo.
Esto también solucionaría otro problema que se presentaba si Boca volvía a jugar en Vélez: es que en esa quinta fecha el Fortín recibe a Estudiantes y ambos estaban programados oficialmente para el mismo día.
La opción de mudar uno de los dos encuentros al sábado también era complejo, porque juega San Lorenzo en Bajo Flores contra River y el operativo de seguridad no podría ser contemplado. Así, este cambio también le solucionará un problema a la Liga Profesional.
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