Este es el título de la inmensa obra de Tolstói en la que explica que en el avance del ejército francés, el general Kutúzov tomó la decisión de evacuar Moscú, la ciudad vacía, y cuando las tropas francesas llegaron a ella, tan solo encontraron el frío, y el frío las derrotó.
Digo esto porque ahora es invierno allí y todos aquellos parajes de Rusia y Ucrania están bajo la nieve, y una pregunta que hacerse es: ¿por qué mandar a los soldados, hombres y mujeres jóvenes, en medio de la nieve y el frío? ¿Qué pretende Putin con esta maniobra inhumana? ¿Cuántos soldados enfermarán por el frío? ¿Y todo ello por qué?
Tan solo se me ocurre un motivo, el carisma de Putin empieza a bajar bastante en su país y hacer una cosa como esta –un disparate, por cierto– tal vez le haga creer que sus ciudadanos le admirarán. Pues puede tener por seguro que no lo harán. Ni los padres de los soldados ni sus esposas ni sus hijos le darán las gracias; al contrario, con toda seguridad, todas las familias de los soldados ya las tiene en su contra, cien mil familias.
La ambición del poder absoluto es asquerosa, tan solo puede salir de una mente que se ha encallado en su desarrollo afectivo y por eso le dan igual los demás, pero se convierte en un peligro si llega al poder, porque todas estas maniobras que ya se saben inútiles, con el maltrato que ello supone para las personas, quizás le hacen sentir poderoso, pero ¿a qué precio?
Este tipo de individuos no saben vivir en paz. Esta visión imperial de alguna persona sobre el mundo y el afán de un poder infinito tan solo atañe a almas miserables que confunden el ser con el tener.
La paz es modesta y laboriosa, y necesita la calma y el entendimiento entre las personas. La paz prefiere la razón por encima de las emociones fuertes, y el conocimiento y comprensión de las cosas. La paz es trabajo de cada día y con todos; dicho de otra manera, es una forma de estar en el mundo.
La paz conserva, la guerra destruye, y por encima de todo, la paz es tolerante y quiere comprender al otro y no lo considera enemigo, sino alguien con quien compartir el tiempo de vida.
Remei Margarit es psicóloga y escritora.
Copyright La Vanguardia, 2022.
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