—¿Qué pensás del bloqueo de Estados Unidos a la Unión Soviética?— le preguntó José Alfredo Martínez de Hoz a Alejandro Estrada.
—Mirá, no hay que adherirse. No sirve.
—Lo mismo decía mi tío.
Miguel Angel Cárcamo, ex canciller de Arturo Frondizi, había sido familiar de Martínez de Hoz.
— Nos van a pedir que lo aceptemos, veremos.
“Recuerdo aquella reunión con Martínez de Hoz”, cuenta hoy Estrada, entonces secretario de Comercio. La economía argentina estaba tratando de bajar la inflación del 80% anual con un esquema llamado La Tablita (crawling peg) y el Banco Central se quedaba sin reservas. La URSS era un socio importante, el país necesitaba los dólares para evitar una devaluación.
Luego de la reunión Martínez de Hoz-Estrada vino otro encuentro, con todo el equipo económico. Fue el 7 de enero de 1980. “Permanecimos en el ministerio hasta altas horas de la madrugada sin haber agotado el tema”, cuentan las memorias de Martínez de Hoz, ministro de Economía entre 1976 y 1981.
Lo cierto es que en los primeros días de 1980, la Unión Soviética invadió Afganistán y desplazó unos 80.000 soldados en cuestión de semanas. La acción amenazó no solo el abastecimiento mundial de petróleo sino la estabilidad de precios a nivel mundial. En Estados Unidos había asumido hacía seis meses nada menos que Paul Volcker al frente de la Fed. La inflación de los últimos doce meses había acumulado 14,7%. Volcker subió las tasas a 20%. Todo en ese mundo era vía shock, no había lugar para el gradualismo.
EE.UU. invitó a la Comunidad Europea, Canadá, Australia y la Argentina a una reunión en Washington. ¿Motivo? Conseguir la adhesión al embargo de granos.
El embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Aja Espil, recibió del Departamento de Estado el mensaje. Se lo pasó al secretario de Agricultura, Jorge Zorreguieta, el papá de la reina Máxima de Holanda. Y él, a Martínez de Hoz.
Era evidente que lo único que estaba en juego era el maíz argentino. “La Unión Soviética era el segundo comprador argentino y los otros países ya habían vendido sus stocks”, dice Estrada. Lo que se le pedía a la Argentina era equivalente a una caída en las exportaciones de US$ 85.000 millones en Estados Unidos, lo cual no había ocurrido. “Argentina en aquel momento se había beneficiado y nosotros lo mantuvimos, de un acuerdo que firmó José Ber Gelbard con la Unión Soviética para abastecerlos de granos. Fue muy importante ese programa con Moscú y el embargo significaba romperlo”. La Argentina había pasado de exportar menos de 9 millones de toneladas de granos en 1975 a más de 20 millones en 1979.
Jorge Rafael Videla y Martínez de Hoz se reunieron a los pocos días. Los militares decidieron no respetar el bloqueo.
“Argentina no adherirá al boicot cerealero contra la URSS”, tituló Clarín el 10 de enero.
Ese año el aumento previsto para el precio del dólar previsto era 60%, menos que la inflación de los 12 meses anteriores (159,5%). El abaratamiento del dólar había impulsado el consumo y la economía creció 7,7% en 1979.
El diario Convicción, que respondía a Emilio Massera, uno de los integrantes de la Junta Militar junto a Videla, publicó el 11 de enero de 1980 (justo un día después de que Argentina anunciara que quebraría el bloqueo), el siguiente texto.
“Lugar: puerta lateral de la Secretaría de Agricultura y Ganadería. Hora: 20.10. Protagonistas: un dirigente rural que pidió no ser identificado y un periodista de Convicción.
—¿A qué se debe su presencia por aquí?
—Nos llamó Zorreguieta para informarnos sobre la posición argentina ante el bloqueo cerealero.
—¿Nos llamó?
—Sí. A mí y a otros dirigentes rurales.
—¿Qué les dijo?
—Que vamos a vender a la URSS.
—¿Ahora?
—Ahora y después.
—¿Usted no cree en un frente occidental?
—Sí. Pero conformado de otra manera.
—¿Martínez de Hoz tomó la decisión?
—Fueron las fuerzas armadas.
—¿Qué pasará con el precio internacional de los granos?
—Dependerá de qué haga el gobierno de EE.UU.
—¿Qué puede hacer?
— Acopiar.
—¿Y nosotros?
—Si tuviéramos ahora el cereal haríamos negocios porque lo que perderíamos por precio lo recuperaríamos por flete. Hay cualquier cantidad de barcos que quedaron varados.
—¿Qué va a hacer ahora?
—Me voy a la estancia”.
El embargo puesto por un presidente demócrata de EE.UU. fue levantado un año después por un republicano, Ronald Reagan. La Junta Militar, identificada con Washington, no respetó el boicot a Moscú pero sí el acuerdo Gelbard-URSS de 1974. Argentina terminó igual devaluando y saliendo de la tablita. La suba de tasas de EE.UU., el conflicto soviético y la apreciación del peso pusieron contra las cuerdas al Banco Central.
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