El boicot a los productos rusos por parte de casi todo el mundo despegó en las redes sociales el mismo día 1 de la guerra, el jueves pasado. En Polonia tomó cuerpo enseguida con un hashtag que llamaba a no comprar vodka de ese origen. No era un rechazo cualquiera: en este país el vodka es un tema que se toma en serio.
Y se la toman en serio: Polonia se ubica en el tercer puesto entre los mayores consumidores de esta bebida por cabeza, con 7,7 litros anuales (el ranking lo encabeza, cómoda, Rusia, con 13,9).
La principal perjudicada por la iniciativa resultaba la Roust Corporation CEDC, líder en el mercado con el 47% de las ventas, con marcas como Zubrówka, Soplica, Absolwent y Bols. Zubrówka, de hecho, es la tercera marca de vodka más vendida del mundo, con 500 años de tradición encima.
La compañía era propiedad del holding Russian Standard, del multimillonario ruso Roustam Tariko, bien bautizado el “rey del vodka”, propietario también de otros monstruos como la Russian Standard Corporation, a su vez dueña del Russian Standard Bank, uno de los más importantes de ese país.
Pocos sabían que, en realidad, la compañía fue adquirida a principios de la semana pasada por Maspex, la empresa privada más grande de la industria alimentaria polaca, que tuvo que salir corriendo a avisar que el boicot no dañaba a los productos rusos sino a los locales.
“Lo que está pasando en las redes sociales nos está haciendo mucho daño. Por favor, díganle a la gente que Zubrówka o Soplica ya son polacos. Entendemos las protestas, pero no protestemos contra nuestros propios productos”, dijo uno de sus directivos.
Manifestación frente a la embajada de Rusia en Varsovia, este domingo. Otra muestra del fuerte rechazo de los polacos a la guerra iniciada por Rusia. Foto EFE
El conflicto por el vodka, aunque no lo parezca, rebotó en Estados Unidos, donde también se llamó al boicot al alcohol ruso. Marcas como Smirnoff o Stoli fueron el blanco de prohibiciones en bares y licorerías de Ohio, Utah o New Hampshire. Sin embargo, ninguna de ellas se produce hoy en Rusia.
Stoli se destila en Letonia y la compañía tiene sede en Luxemburgo. Para aventar dudas, en un comunicado dijo expresamente que “condena la acción militar en Ucrania y está lista para acompañar a sus habitantes, así como a los rusos que apoyen la paz”.
Smirnoff, por su parte, es propiedad del gigante Diageo y se produce en Illinois: hoy sólo el 1% del vodka que se toma en Estados Unidos (que es mucho, ya que es el segundo consumidor a nivel global) viene de los dominios de Putin.
Pocas cosas como el vodka demuestran mejor la globalidad del siglo XXI. Lamentablemente, la guerra también.
Enviado especial a Polonia.
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