En medio de su parafernalia bélica y de su brutal agresión sobre Ucrania, Putin y otros jerarcas rusos vienen desparramando amenazas. Una de ellas fue lanzada por Maria Zajarova, portavoz de la cancillería, sobre dos países (vecinos) que fueron, históricamente, símbolos de neutralidad y paz: Suecia y Finlandia.
Ante la posibilidad de que ingresen en la OTAN, advirtió: “Tendría graves consecuencias militares y políticas”. Le respondieron otras dos mujeres, que son justamente las actuales jefas de Estado, Magdalena Andersson entre los suecos y Sanna Marin entre los finlandeses. “Quiero dejar en claro que Suecia elige por sí sola y de forma independiente su línea de seguridad”, expresó Andersson.
Magdalena Andersson, primer ministro de Suecia. Foto: AP
Para los que tienen alguna duda, conviene despejarla: Magdalena Andersson, una ex campeona de natación oriunda de Upsaala y economista de nota, es socialdemócrata de pura cepa. Y Sanna Marin también porta sus credenciales de centroizquierda. “Igualdad, equidad y Derechos Humanos” fue su lema, al ser elegida en 2019 a sus 34 años al frente de una coalición liderada por mujeres, tras ejercer antes funciones ejecutivas en Tampere y el ministerio de Transporte a nivel nacional. Ella misma fue criada por su madre y la novia de esta (“una familia del arcoíris”, definió), después de que su padre –alcohólico incorregible- se marchara de ese hogar.
“Nuestra seguridad será mayor si apoyamos la capacidad de Ucrania para defenderse”, afirmó Andersson desde Estocolmo. Y ordenó de inmediato el envío de 5.000 lanzacohetes, otros tantos casos de combate y 135 mil raciones para los luchadores ucranianos: fue la primera vez en más de ocho décadas que Suecia quebró su política de “neutralidad” para alinearse en una guerra. La anterior, en 1939, cuando sus vecinos finlandeses fueron atacados por el Ejército Rojo.
Sanna Marin tampoco dudó en el apoyo a la Ucrania agredida: “Respaldamos su independencia, soberanía e integridad territorial”. Esta semana, en lo que anunció como una “decisión histórica” de Finlandia, enviará 2.500 fusiles de asalto, 150 mil municiones, 1.500 lanzagranadas y 70 mil raciones de campaña para la resistencia de Ucrania.
Vecinos cuidados

Kaja Kallas, primer ministro de Estonia y ferviente militante anti Putin. Foto. AFP
Dos de los tres países bálticos, que recuperaron su independencia tras la disolución de la URSS a principios de los 90, también son gobernados por mujeres: Ingrida Simonyte en Lituania, Kaja Kallas en Estonia. Y aunque ambas provienen de partidos conservadores, su sentimiento anti-Putin es tan firme como el de sus vecinos.
Los bálticos ya ingresaron a la Unión Europea y a la OTAN en 2004. En el caso de Kallas, la primer ministro estonia desde el año pasado (también lo fue su padre Siim), ya comentó que “a Putin le encanta ser el centro de atención. Por eso es importante que ahora los países occidentales nos presten la debida seguridad”. Fue en un encuentro de líderes durante la Conferencia de Seguridad en Munich, apenas unos días antes que el presidente ruso lanzara su salvaje ataque a Ucrania. “Hemos hablado durante años de la vulnerabilidad del flanco este de la OTAN. Ahora nos están prestando atención”, dijo. “Elogiamos la decisión de Estados Unidos de enviar más fuerzas, así como la decisión británica de duplicar sus fuerzas en nuestra área”, agregó.
Kallas trabaja junto a la presidencia de su país… que ejerce otra mujer, Kersta Kaljulaid.