La pasión de San Maximiliano mártir es a su vez una historia pequeña y gigantesca. Tanto que se la sigue recordando casi 1800 años después con la fuerza de lo iniciático, de lo trascendental en el Santoral cristiano.
Hijo de un excelente militar romano de nombre Fabio Víctor, nacido en el año 274 en las tierras de Tebessa, Numidia (hoy Argelia) donde presentaba armas su padre, Maximiliano tuvo una infancia acomodada. En esa época, ser un militar destacado del ejército romano era una de las posiciones más prestigiosas a la que se podía aspirar.
Y cómo ocurría con todos los hijos de militares en siglo III, a poco de avanzar su adolescencia supo que su obligación sería servir al mismo ejército al que servía su padre, lo que le daría prestigio y porvenir. Pero el joven San Maximiliano había elegido a Cristo sobre cualquier otra pasión y camino.
Tenía 21 años nada más cuando tuvo que comparecer ante el procónsul de Numidia, Casio Dion, que lo trató de convencer que su futuro trabajo en el ejército del Imperio Romano no era algo a lo que podía renunciar, porque sino, sería torturado y decapitado. Maximiliano le contestó que él era cristiano y por tanto no podía estar en el ejército. Era a Dios a quien él servía y no a un emperador, dijo. Fue condenado a muerte sin más.
Santoral del 12 de marzo: día de San Maximiliano mártir./Imagen: Primeros Cristianos.
Camino al cadalso, tranquilizó a su padre acostumbrado a otro tipo de guerras: “Te ruego, padre, que al que me corte la cabeza le des el uniforme que me preparaste para la milicia”. Su muerte ocurrió el 12 de marzo del año 295 cuando la Iglesia luchaba contra muchas persecuciones e injusticias.
El martirio de San Maximiliano es recordado como una piedra fundacional por ser uno de los primeros mártires y por la fuerza de Jesús en boca de ese niño nunca soldado. Se lo recuerda también como el primer caso de un objetor de conciencia: ese derecho hoy tan vigente a poder no acatar una ley cuando esta va directamente en contra de nuestra ética, moral o religión.
Otros Santos del 12 de marzo

Santoral del 12 de marzo: día de San Inocencio I, Papa./Imagen: cope.es
- San Inocencio I, Papa. (378-417). Fue el Papa n° 40 de la Iglesia Católica y gobernó con mucho vigor durante 16 años hasta su muerte. Sucedió a Casio I y se había criado entre el clero romano.
- San José Zhang Dapeng. (1754-1815). Catequista católico chino que en Guiyang, provincia de Guangxi, profesó la palabra de Cristo y ayudó a pobres y enfermos huyendo de escondite en escondite hasta que fue crucificado por el poder. Canonizado por Juan Pablo II en 2000.
- San Luis Orione. (1872-1940). Gran sacerdote italiano fundador de la Congregación religiosa Pequeña Obra de la Divina Providencia, conocida como la Obra Don Orione. Dejó huella.
- San Pablo Aureliano. (492-573). Santo galés del Siglo VI, se convirtió en uno de los 7 santos fundadores de la Bretaña. Primer obispo de la ciudad de León (hoy Saint Paul de León) en la Isla de Batz, norte de Francia.
- San Teófanes, cronista. (758-817). Nacido en Constantinopla y muerto en cárcel en Samotracia, famoso por escribir dos tomos sobre el Imperio Romano continuando la obra de Jorge Sincelo y narrando desde el año 284 al 813, de Diocleciano hasta Miguel I Rangabé.
- San Elpegio. (¿?-951). Primer obispo de Winchester, Inglaterra, de gran rigor con los principios ortodoxos y la vida monacal.
- Beata Ángela Salawa. (1881-1922). Monja polaca miembro de la Orden Franciscana Seglar, se destacó en diferentes hospitales durante la Primera Guerra Mundial.
- Beata Fina de San Geminiano. (1238-1253). Joven católica de la ciudad de San Geminiano, Toscana italiana, quien consagró la vida a Dios y sufrió grave y prolongada enfermedad con fe y armonía.
- Beato Jerónimo Gherarducci. (¿?-1369). Presbítero de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, que trabajó por la paz de los pueblos en Reniceto, Italia, en el siglo XIV.
- Beata Justina Francucci Bezzoli. (1260-1319). Monja italiana de la orden de San Benito vivió su vida entregada a Dios en un claustro.