La plastilina es uno de los inventos que surgieron del azar y, de algún modo, es la historia de cómo, desde los deshechos y lo inútil, se logró un juego popular que marcó la infancia de varias generaciones.
Todo empezó con la empresa Kutol, fundada en 1912, en Cincinnati, Estados Unidos, que producía un compuesto blando y flexible utilizado para limpiar el hollín en las casas.
Kutol Products se había convertido en el mayor fabricante de limpiadores de papel pintado del mundo a principios del siglo XX. Sin embargo, la suerte empezó a cambiar en la década de 1950.
La plastilina surgió como descarte de otro producto para limpiar el hollín de las paredes. Foto/archivo
Con la transición de la calefacción de carbón, más sucia, a la de petróleo, gas y electricidad, la acumulación de hollín en el papel pintado de las casas dejó de ser un problema.
Por eso el producto dejó de tener demanda y el futuro de la empresa parecía sombrío. Afortunadamente, Kay Zufall, la cuñada de uno de sus directores de Kutol, tuvo una idea: dejar que los niños jugaran con la masa limpiadora. Algo que alteró para siempre el rumbo de las cosas.
El nacimiento de la plastilina como objeto de juego
Joseph McVicker, dueño de Kutol Products, intentaba dar un giro a la empresa, cuando su cuñada leyó un artículo sobre cómo se podía utilizar el limpiador de papel pintado para proyectos de modelado con masa.
Kay Zufall, profesora de guardería, probó el material no tóxico con los niños, a los que les encantaba moldearlo con todo tipo de formas. Le contó a McVicker su descubrimiento. Incluso le sugirió un nuevo nombre: Play-Doh. Así salió a la venta en 1956.
El paso de Kutol, un limpiador de hollín, a la plastilina Play Doh.
El éxito de la plastilina con el correr de los años
Hoy en día el compuesto para modelar Play-Doh es un fenómeno mundial. Este invento accidental, ahora propiedad de Hasbro, se ha convertido en una franquicia mundial.
Según la revista Fortune, Play-Doh vendió más de 3.000 millones de potes desde su debut como juguete infantil en 1956,
“La leyenda urbana dice que si se tomara todo el compuesto de Play-Doh creado desde 1956, y se pasara por el set de juego Play-Doh Fun Factory, se podría hacer una serpiente que diera la vuelta al mundo 300 veces“, escribió Hasbro en la página web de Play-Doh.
De hecho, la plastilina entró en el Salón Nacional de la Fama de los Juguetes de Strong en 1998.
En 1956, este producto sólo estaba disponible en blanco. Luego, Play-Doh amplió su catálogo para incluir los colores básicos rojo, azul y amarillo. Además, la receta tuvo pequeñas modificaciones a lo largo del tiempo.
En un momento, se redujo la cantidad de sal para que el producto no se secara tan rápidamente, pero, en su mayor parte, la fórmula siguió siendo la misma desde su origen.
La plastilna sigue siendo uno de los mejores entretenimientos para las niñas y niños.
Las ventas de plastilina aumentaron en 1958 cuando Play-Doh apareció en anuncios televisivos en el popular programa, “Capitán Canguro”, “Escuela Ding Dong” y “Romper Room”. Bob Keeshan, que interpretaba al Capitán, hablaba de la masa moldeable dos veces por semana en su programa y, a cambio, ganó el 2% de las ventas.
La línea de productos se ramificó en 1960 con la introducción de la Play-Doh Fun Factory, una prensa de juguete que permitía bombear el compuesto con diferentes formas.
McVicker solicitó una patente para Play-Doh en 1956, y se la concedieron el 26 de enero de 1965. Finalmente Hasbro adquirió la marca en 1991.
El perfume de la plastilina
Uno de los atributos de la plastilina Play-Doh es el aroma que emana de su fórmula, una mezcla no tóxica de harina, agua, sal, bórax y aceite mineral.
En 2006, para celebrar el 50º aniversario del producto como juguete, Hasbro creó un perfume de Play-Doh junto a Demeter Fragrance. La empresa pidió la protección de la marca en 2017, alegando que tenía “un aroma único formado a través de la combinación de una fragancia dulce, parecida a la vainilla, con ligeros matices de cereza, y el olor natural de una masa salada a base de trigo”.
Lo cierto es que con o sin fragancia, la plastilina sigue teniendo un lugar destacado en el entretenimiento de la primera infancia.