Hasta este fin de semana, Andrés Larroque había sido uno de los más interesados en mantener el equilibrio interno.
Al secretario general de La Cámpora incluso lo había fastidiado el timing con el que el jueves 3, justo cuando se fotografiaba en Casa Rosada con Alberto Fernández y Axel Kicillof en el mismísimo momento en que el Gobierno enviaba al Congreso el acuerdo con el Fondo, la agrupación colgó en las redes un spot contra el Fondo Monetario. El dirigente se enteró de la publicación mientras trataba de tender puentes con el Gobierno en medio de un clima de profunda desconfianza interna que se agudizó con la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque K en la Cámara baja.
Larroque y Kirchner son íntimos amigos, pero en los últimos dos años tuvieron algunos chispazos, vinculados a determinados posicionamientos de La Cámpora, que nunca pasaron a mayores. En algún momento fue por la relación con Kicillof que, a pesar de que terminaron de limar asperezas hacia fin de año, nunca volvió a ser la misma entre el gobernador y el ex jefe del bloque K en Diputados.
El rechazo contundente de Máximo Kirchner al acuerdo que Fernández y Martín Guzmán alcanzaron con el Fondo tuvo sus propios reparos puertas adentro de la agrupación fundada por el hijo de la ex Presidenta. “Sabemos que somos minoría”, explicó a este diario un dirigente de la organización hipercrítico de la gestión presidencial pero muy consciente de que la oposición al proyecto enviado por la Casa Rosada al Congreso no representa a La Cámpora en pleno, a pesar de que, en la madrugada del viernes, todos sus legisladores se inclinaron por la negativa.
Es que, para colmo, el atentado del jueves contra el despacho de Cristina Kirchner no dejó lugar para matices. Con el líder de La Cámpora aún en silencio -la última vez que habló fue a través de la carta de renuncia al bloque, a principios de febrero-, llamó la atención de hecho que fuera Larroque, de los más componedores, el que exhibiera este sábado por la tarde la furia del kirchnerismo hacia “el Gobierno”.
“Aturden el silencio y la parsimonia del gobierno frente al ataque al despacho de la Vicepresidenta”, escribió el ministro bonaerense en su cuenta de Twitter, conocedor de la repercusión de sus palabras.
Obligó, de hecho, a que Gabriela Cerruti tuviera que aclarar en esa misma plataforma que el Presidente se había interesado desde el primer momento en las pedradas contra el despacho de Cristina Kirchner, y que les escribió un mensaje a ella y a su secretario, nunca respondidos. En la misma línea se pronunció Aníbal Fernández.
El último diálogo documentado cara a cara entre el jefe de Estado y la ex Presidenta fue en las puertas del Congreso, tras la apertura de sesiones del 1 de marzo. “Bueno listo… chau”, lo despidió indicándole el camino hacia el auto oficial, que lo esperaba escalaras,escaleras abajo, y antes de un frío saludo.
Cristina Kirchner es la única jefa de ese sector. Y el ataque contra sus oficinas del Senado, que la propia ex Presidenta aprovechó para plantar posición pública contra el acuerdo con el FMI, llegó en el momento justo en el que desde su entorno rescataban la “responsabilidad institucional” de su figura frente al proyecto enviado por el Poder Ejecutivo.
Fue, en ese sentido, el latiguillo al que apelaron los colaboradores de Eduardo “Wado” de Pedro para explicar sus movimientos de las últimas semanas, bien diferentes a los de Máximo Kirchner, que está convencido de que, a pesar del costo político de corto plazo, el tiempo le dará la razón: considera “incumplible” el entendimiento con el Fondo Monetario.
“Wado” hizo primero trascender un comunicado en apoyo al discurso presidencial del 1 de marzo; después resaltó el acuerdo con el Fondo en una entrevista con el diario El País de España; en la semana se mostró junto al Presidente a solas en su despacho y después visitó Expoagro, la mayor muestra del campo. La semana entrante debía participar de la gira por Medio Oriente junto a Fernández, al final suspendida.
En La Cámpora dicen, de todos modos, que la estrategia de diferenciación entre el ministro del Interior y el líder de la agrupación estuvo perfectamente planificada y avalada por Cristina Kirchner. Son una incógnita ahora los próximos pasos del funcionario.
“No hay que exagerar”, aseguraban este fin de semana desde la cúpula de la organización. Dijeron lo mismo semanas después de las renuncias en masa de los funcionarios K tras las PASO del año pasado, una jugada que, como la de estos días, dejó al Presidente en una posición incomodísima.
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