Los industriales que frecuentan a Roberto Feletti, que son muchos, perciben que tiene una obsesión con las retenciones. El secretario de Comercio les dice que es la herramienta más eficaz para bajar los precios internos de los alimentos. Esa insistencia, que se agiganta a tono con una inflación galopante, lo ha llevado en las últimas semanas a tensas discusiones con el ministro de Agricultura.
Feletti sumó otro elemento. La tragedia en Ucrania, una de las planicies más fértiles del mundo, que duplicó la cotización del trigo, aumentó 40% la del maíz y llevó la de la soja al rango de US$ 630 la tonelada.
Esa cinchada es justo con Julián Domínguez que aspira a convertirse en gobernador de la provincia de Buenos Aires y que ha hecho de la promesa de no tocar las retenciones, casi el leit motiv de su gestión.
Cuentan que la semana pasada hubo una reunión entre los funcionarios en la que Feletti planteó generalizar las retenciones y en algunos casos duplicarlas con un Decreto de Necesidad y Urgencia, sin considerar los límites de la ley 27541 que fija topes y que sin el Presupuesto de 2022 aprobado le ata las manos al Presidente para cualquier modificación.
Domínguez se le plantó y recurrió a Alberto Fernández. A juzgar por las declaraciones de la vocera Gabriela Cerruti, habría ganado este primer round ya que la medida se limita a elevar del 31 al 33% las retenciones del aceite y la harina de soja.
Cerca del ministro relatan que aprendió a coexistir con los distintos partidos políticos desde su función como presidente de la Cámara de Diputados entre 2011 y 2015.
Y deslizaron ayer que habló del tema con la oposición que velozmente reaccionó y amenazó con no apoyar el acuerdo con el FMI en el Senado a una semana de un vencimiento que Argentina no puede pagar.
Feletti tampoco se quedó quieto y el rumor sobre retenciones generalizadas se desplegó rápidamente. Para algunos es una técnica que consiste en un testeo.
Lo cierto es que rápidamente provocó indignación y condena. Y dejó como sensación de que no se trataría de una pantalla de humo sino que ese impuesto puede volver en cualquier momento, Para expertos como Jorge Ingaramo, la suba de dos puntos a la harina y el aceite de soja implica unos US$ 380 millones extras. Otros lo sitúan en US$ 420 millones.
Ingaramo lo define como un zarpazo ya que castiga a la industria aceitera. Una lástima: en 2021 se logró el mayor procesamiento de soja desde 2016.
En cuanto al destino de esos dólares para subsidiar la bolsa de harina, señalan que no alcanza ya que con un consumo de pan de 83 kilos por habitante y por año el costo total llegaría a 956,3 millones de dólares, siempre que la cotización del cereal no siga escalando.
