En los tiempos que corren, donde las redes funcionan como un espacio para exhibir sólo lo hegemónico de la vida, sentarse frente a una cámara para hablar de las inseguridades propias y los complejos que atraviesan la esfera personal no es tarea fácil para todos. Sin embargo, a Lucas Slevin mostrarse tal cual es, le permitió sacar a la luz y concientizar sobre la dislexia, un tema que parecería ser tabú en la sociedad y que a él mismo, le toca de lleno.
Slevin tiene 20 años, es oriundo del partido bonaerense de Pilar y fue diagnosticado con dislexia cuando estaba en preescolar. Vivió de cerca las burlas de sus compañeros y hasta recibió críticas por parte de una profesora cuando leía en voz alta, pero sin ánimos de reproducir ese odio o generar rencor, decidió producir un contenido diferente en Tik Tok para explicar y dar información verídica sobre el trastorno del aprendizaje.
Sus videos son animados para dar a conocer, desde la interacción y con tintes de humor, qué jugadas inconscientes emplea la cabeza cuando aparecen números, palabras o párrafos, y la dislexia entra en acción. Hoy acumula más de 800.000 seguidores en la plataforma de entretenimiento y su material más popular alcanzó las 10 millones de reproducciones.
Inició su contenido en pandemia y uno de sus videos acumula más de 10 millones de reproducciones. Explica cómo se le mezclan las letras en “palabra” de manera cómica y con tintes de humor.
La dislexia es un trastorno del aprendizaje que supone la dificultad para leer a raíz de dos problemas: identificar los sonidos del habla y comprender cómo se relacionan estos con las letras y palabras. De esta manera, surge el inconveniente para decodificar la escritura o mismo la ortografía, ya que la información se procesa de una manera distinta. “Para mí es un superpoder”, asegura Lucas.
La historia del joven se remonta a sus ocho años cuando en una ronda de lectura escolar, sus compañeros comenzaron a reirse por cómo se expresaba. Recuerda no entender ni compartir el motivo de burla que se había originado en el aula ni mucho menos el comentario que disparó, luego del episodio, la profesora: “yo sé que vos tenés una enfermedad mental”.
“Llegué a mi casa llorando a preguntarle directo a mi mamá si yo realmente estaba enfermo, no podía asimilar tanta maldad”. Fue ahí cuando su familia le contó que tenía dislexia y que si bien se lo habían diagnosticado a los cinco años, su madre prefirió ocultárselo para que Lucas no se refugiara en el papel de víctima. “Hoy elijo abrazar y aceptar como soy”.
Lucas se define como actor, bailarín, acróbata y artista. Su perfil de Tik Tok hoy abarca nuevos contenidos para mostrar su faceta actoral porque quiere dedicarse a eso.
Fue en pandemia que se lanzó a dialogar sobre lo que nadie se animaba. Así utilizó Tik Tok como un nexo para alcanzar una comunidad más fuerte y brindar su experiencia con la dislexia. “De repente me encontré explicando cosas que le interesaban a otros, gente que me quería escuchar. Logré divertirme creando contenido porque me apasiona actuar, además de concientizar y tocar temas como la discriminación”.
En base a esto, asegura que lo más importante es difundir el amor propio porque “esto ya es una parte de mí que acepto e intento que otros aprendan o se rían con mis videos”. Además, sostiene que su principal objetivo no es ‘retar’ a quienes no lo comprenden, sino garantizar un espacio para que no se repliquen las conductas que él tuvo que atravesar de pequeño.
“Tengo una carga emocional gigante a raíz de situaciones que viví. Me siento expuesto cuando leo en público porque me bloqueo”. Por ésta razón, enfatiza en que el sistema educativo necesita un cambio urgente porque limita más de lo que potencia y se vuelve peor en estos casos. “En quinto año fui a la dirección y dije ‘no tolero más esto´. A veces uno siente que le faltan el respeto”, confiesa.
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Le han llegado a contestar que todos los docentes del colegio estaban al tanto que padecía dislexia, pero cuando Lucas se dispuso a preguntarles, únicamente tres estaban enterados, mientras que otros ni siquiera sabían de qué iba el trastorno. “En la escuela, parecería ser que todo es competencia y nota. La educación es una de las pocas cosas que no evolucionó con nosotros como especie, falta empatía y conexión”.
Ha sufrido bullying por parte de sus compañeros y la crítica de una profesora que le marcó la infancia. Por eso, sostiene lo mal que funciona el sistema educativo ya que debe cambiar de inmediato.
Slevin comenta que la dislexia no se cura. Se nace y se muere con el mismo nivel, pero las personas pueden “entrenar” para atajar la cabeza y así comprender cómo va a actuar. “Hace poco me hice un test que indicaba cómo logré compensarla”, señala el pilarense y añade que, con el tiempo, su lectura se ha vuelto más fluída.
“Cuando veo un texto me pasan varias cosas: se me mezclan los párrafos, las letras se transforman en números y todo pierde sentido, pero hoy en día, se entiende mucho más cuando leo”. También aduce que la dislexia puede ser hereditaria. “Mi hermano tiene y mis papás jamás fueron diagnosticados, pero viéndolos hacer lo cotidiano, afirmo que sí”.
El objetivo de sus videos es que las personas entiendan de qué va la dislexia y que no es un impedimento para la vida. También para concientizar sobre la discriminación.
En el recorrido de su relato, Lucas remarca la fuerte presencia de su mamá y el gran apoyo que sintió para salir adelante. “Me decían que era tonto, pero no permití que eso me perjudicara” y desde su experiencia, aconseja que las familias deben brindar siempre buenos ánimos y tolerancia. “Nada tiene que ser visto como un impedimento. Nacimos con un don, un superpoder”, comparte entre risas.
Actualmente, se encuentra estudiando actuación en el semillero de talentos “Otro Mundo”, la escuela que Cris Morena abrió en Martínez. “Estoy feliz porque me siento en un espacio de libertad” y agradecido concluye, que las redes sociales le permitieron sentirse cómodo bajo la etiqueta de “influencer” por el valioso contenido que ofrece.
