La enorme expectativa generada a raíz de sus declaraciones del martes pasado no tuvo correlación en los hechos con el anuncio grabado del presidente Alberto Fernández sobre de qué manera va a llevar adelante lo que él mismo denominó como “la guerra contra la inflación”.
De cara a lo que viene, la expectativa está puesta en la reunión que tendrán el lunes a las 10 de la mañana el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, y los representantes de la CGT y la UIA, Héctor Daer y Daniel Funes de Rioja, respectivamente. Luego se espera que ese mismo día o el martes sea el Presidente quien los reciba, en pos de avanzar hacia un acuerdo de coordinación de precios.
Desde la Unión Industrial, ya en la previa, había una postura clara sobre qué temas no iban a sentarse a negociar. Uno de ellos era rechazar la aplicación de la Ley de Abastecimiento. Alberto Fernández dijo en su discurso de que “no vamos a dejar de controlar y fiscalizar precios, y aplicar la Ley de Abastecimiento si es necesario”. En la CGT, en tanto, la prioridad siempre es que las paritarias que cierren los sindicatos vayan alineadas con la inflación.
“Se equivocó al hablar antes de tiempo. Puso esa fecha porque el jueves se aprobaba el acuerdo con el Fondo, pero no había necesidad de hablar de una guerra contra la inflación, que justo el martes saltó a 4,7% en febrero”, comentaba una voz autorizada en materia económica.
El presidente, en su discurso grabado.
Fuentes ejecutivas aseguraban ya desde antes del mensaje presidencial que Fernández se había anticipado demasiado al hablar de librar una guerra que muchos en Casa Rosada describen como “la peor que podías dar” en este contexto.
Desde el Gobierno muchos reconocían en la noche del viernes que las recetas para combatir la suba de los precios eran las de siempre y que se carecía de un plan concreto para comunicar. Alberto, en un error de cálculo, había puesto el tema en agenda y a partir de allí hubo que alinearse y empezar a trabajar en ese sentido.
Hay un punto en el que coinciden quienes critican puertas adentro el discurso presidencial. En un contexto de cautela por el acuerdo reciente cerrado con el Fondo, la guerra que se debía iniciar no era contra la inflación, sino en pos de que los salarios a fin de año terminen ganándole a la inflación. “Esa tiene que ser nuestra obsesión. O, sino, por lo menos, que terminemos sacando un empate cero a cero en la relación Salarios vs. Precios”, decían.
La coincidencia general es que el escenario inflacionario de los próximos meses será “muy malo”, con los precios subiendo en marzo en torno al 5% y con la posibilidad concreta de que la pauta del 33% de inflación que el Gobierno había previsto oficialmente para todo el año se termine alcanzando en el primer semestre. Y que las negociaciones por las paritarias se establezcan en un piso mínimo de 50% para 2022.
El frente externo, con Estados Unidos registrando cifras récord de inflación y la guerra real entre Rusia y Ucrania alterando los mercados internacionales es el otro argumento que esgrimen como determinante, tal como lo planteó el propio Presidente en el discurso que dio el miércoles por la noche, cuando habló de constituir “un fondo de estabilización con el objetivo de evitar el traslado de esta suba del precio internacional al precio que pagan los argentinos y argentinas”.
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