Festejar México 86 en sillitas de bebe, con papá y mamá, en una caravana en el fin del mundo. El primer álbum de figuritas de Italia 90 y los penales del Goyco. Estados Unidos 94: “Me cortaron las piernas”. ¿Qué más? Fin.
Llegar a Francia 98 con la edad perfecta en el secundario. Madrugar bajo cero para verlo en El Roca con los chicos. El partido inolvidable contra Inglaterra cuando Fermín prometió comerse su gorro antes de un tiro libre que terminó en gol y cumplió. El cabezazo del Burrito a Van der Sar y a casa.
Corea-Japón 2002, ya en la facultad, mejor cantarlo con el himno que no fue. Eran otros tiempos, era otra la historia / no había medallas, solo hambre de gloria / solo se jugaba por la camiseta / como en el potrero, taquito y gambeta. Partidos 4 am, pintarse la cara, amar a Bielsa, llorar por Bielsa. Primera ronda. Dolor.
Alemania 2006, último año en Sociales. Mundial perfecto, con un Roman único, hasta la lesión del Pato. Empate 1 a 1. Messi en el banco de brazos cruzados. Penales, el papelito de Lehmann. Dolor otra vez.
Cubrir Sudáfrica 2010, ir a un Mundial. Adrenalina, Mandela, lo exótico, Johannesburgo celeste y blanca, lágrimas en Polokwane con el gol de Palermo, Maradona DT, sufrir en Ciudad del Cabo. Volver sin un safari.
Brasil 2014, viajar de nuevo y rozar el cielo. Playa, fiesta, Argentina de local en Rio. Decime qué se siente. Bailar en el fan fest con Maia. Gol anulado en la final. Masticar bronca. Tan cerca, tan lejos.
Rusia 2018, mejor olvidar. ¿Tercer mundial? No, afuera de los convocados. Vibrar en la redacción. Explotar contra Nigeria. Y Francia en octavos. Una merde.
La vida a veces puede resumirse en los Mundiales y las cosas. Qatar 2022, hay que ver.
Otras noticias
