Red Bull llegó a la primera fecha de la temporada de la Fórmula 1 como uno de los grandes candidatos, con Max Verstappen muy bien perfilado para defender el título que conquistó el año pasado en un final tan espectacular como polémico en Abu Dhabi. Sin embargo, la escudería austríaca tuvo un arranque de campeonato muy diferente al esperado: tres abandonos en las primeras tres carreras, dos del propio neerlandés, por la falta de fiabilidad de los flamantes RB18, que habían deslumbrado en los entrenamientos de pretemporada. Y la frustración comenzó a crecer. Pero parece que los ingenieros lograron identificar el inconveniente y Helmut Marko, asesor del equipo, afirmó que estará resuelto para el Gran Premio de Emilia Romagna que se disputará este fin de semana en Imola.
“El problema no estaba en la unidad de potencia, sino en el suministro de combustible. La línea de combustible estalló bajo alta presión. Creemos que eso se debe al porpoising“, anunció Marko.
En otra palabras, ese rebote que sufren los monoplazas a alta velocidad en plena recta por culpa del regreso del efecto suelo, y que muchos equipos aún no pueden solucionar, provocó un vacío en el sistema de combustible, que impedía que la gasolina llegara al motor.
La frustración en el rostro de Verstappen, que lleva dos abandonos en tres carreras y se ve complicado para defender el título. Foto William West/AFP
“Honda nos dijo que podemos contar con que el problema se solucione antes de la próxima carrera”, agregó Marko, ilusionado con la chance de que los Red Bull puedan ser protagonistas el fin de semana en el circuito italiano.
En la primera fecha, en Bahréin, Verstappen abandonó a falta de tres vueltas y su compañero, Sergio Pérez, en el comienzo del último giro. “¡¡¿¿Qué pasa con la batería, qué es esto…??!!”, preguntaba desesperado el neerlandés, mientras se dirigía a boxes con un auto que apenas funcionaba. “Llegué a la horquilla y se bloqueó le motor”, relató el mexicano poco después de su retiro.
Ya en ese momento, Christian Horner aseguró que el problema era el sistema de combustible, pero que no sabían exactamente qué había pasado. “Necesitamos desarmarlo para entender qué pasó”, aseguró el jefe de Red Bull.
Una semana después, en Arabia Saudita, Mad Max consiguió su primera victoria y Checo finalizó cuarto; aunque poco duró la alegría en el box del equipo austríaco.
En el tercer Gran Premio del calendario, en Melbourne, el coche de Verstappen volvió a fallar a 20 vueltas del final -hasta sufrió un pequeño incendio por una fuga de gasolina cuando el piloto ya había bajado- y el campeón vio como Charles Leclerc cruzaba primero la meta con su Ferrari, repitiendo el triunfo de Bahréin, y afianzando su ventaja en la punta del campeonato.
“No tenía ritmo, y solo trataba de gestionar los neumáticos para intentar llegar al final porque pese a todo parecía bastante fácil ser segundo. Y sabía que no podía luchar contra Charles, así que no tenía sentido tratar de presionarle. Pero ni siquiera terminamos la carrera. Es bastante frustrante e inaceptable”, comentaba el neerlandés, visiblemente molesto.
Tras esa última carrera, Leclerc quedó primero en el campeonato con 71 puntos y un auto que no parece tener puntos débiles. Lo escoltan George Russell (Mercedes) y su compañero Carlos Sainz. Pérez -segundo en la cita australiana- está cuarto, con 33 unidades, y Verstappen, sexto (detrás de Lewis Hamilton) con las 25 que conquistó en Arabia Saudita.
Y aunque la temporada recién empieza, para el neerlandés el objetivo de defender el título es -o al menos era, en ese momento- una utopía. “Estamos a millas de distancia, así que no quiero ni pensar en la lucha por el campeonato en este momento, creo que es más importante terminar carreras. Porque hoy fue en general, simplemente otro mal día, otra vez”, analizaba tras su paso por Melbourne.
La frustración del campeón encendió una alarma en el seno de Red Bull.
“Después de retirarse en Australia, volvió al box y hablamos todo con calma. Pero si no empezamos a ganar pronto, Max será una bomba de relojería”, aseguró Marko, que conoce bien el temperamento y la personalidad ultra competitiva de su piloto.
“Se pasa del límite, quiere demasiado. Eso no funcionó en Australia en el último sector. Pensábamos que con el título de campeón habría algo más de tranquilidad por su parte, pero probablemente necesite otro título para no entrar en la clasificación con tanta presión”, analizó.
La charla de Verstappen y Horner después del abandono en Melbourne. Foto EFE/EPA/SIMON BAKER
Con sus palabras y sus gestos, Verstappen dejó en claro que quiere -necesita- un auto confiable, veloz y digno de un campeón, que lo deje en igualdad de condiciones con los Ferrari, grandes dominadores en este inicio del campeonato, para intentar defender la corona.
En Red Bull esperan que, identificado el problema en el sistema de combustible, los RB18 empiecen a rendir en la pista para evitar los cortocircuitos dentro del equipo, mantener contento a Mad Max y poder pelear de ahora en más por las victorias. ¿Lo conseguirán en Imola?