La ministra de relaciones exteriores de Alemania Annalena Baerbock afirmó que “Rusia inició una guerra de cereales que está provocando una crisis alimentaria a nivel mundial” y desató una alerta global por el precio de la comida.
Rusia está bloqueando los puertos del principal proveedor de trigo para Europa y el precio del cereal se sigue disparando. Una tonelada de trigo que cotizaba a US$ 277 a comienzos de año ahora ronda en US$ 440, con una suba de 59%. Todo un shock adicional al que ya vive el planeta en materia energética.
En la Argentina la primera respuesta fue del presidente Alberto Fernández: “El instrumento con el que mejor se desacopla son las retenciones, pero son un tema legislativo y necesito al Congreso”. Pero dijo que perdería en el Congreso y que podría tener que enfrentar un tractorazo.
La respuesta de los representantes del campo no se hizo esperar, con un argumento atendible: hoy hay retenciones y tal desacople no se produce: la inflación de alimentos sigue encabezando mes a mes al ranking de subas en el índice del costo de vida que elabora el INDEC.
Además, y este es un tema que en general la política pasa por alto, una suba de retenciones cuando la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los libres ronda el 80% sería un golpe muy fuerte para los productores que hoy ya reciben 30% por el derecho de exportación y su tipo de cambio es por lejos el más bajo del mercado.
¿Subirá el Gobierno las retenciones (ya el ministro Julián Domínguez salió a decir que no), u optará por cerrar las exportaciones o por poner cupos? Son dudas que se suman a un momento mundial particular que, para los productores, puede ser una señal de que Argentina tiene la capacidad de producir alimentos, en este caso a un precio excepcional, o puede constituir otra oportunidad perdida.
El sector externo argentino sigue recibiendo señales positivas (granos, energía, minería) pero también este mes hay un costado débil que se hace presente. En lo que va de mayo el Banco Central solo logró aumentar las reservas de divisas en US$ 600 millones, cuando el año pasado había rondado los US$ 2.000 millones.
El fantasma de un segundo semestre con renovada escasez en materia de dólares por parte del Central encendió las luces amarillas en las empresas que vienen tratando de adelantar el pago de importaciones y cumpliendo con la cancelación de deuda externa en la medida de lo posible.
Conseguir dólares a precio mayorista de US$ 118 es una de las actividades líderes en el ranking de prioridades de las compañías.
Mientras tanto, el Gobierno sigue tupacamarizando la gestión de Miguel Pesce entre el cepo frente a la mayor demanda de divisas para pagar importaciones y la decisión de retrasar el aumento del dólar frente a la inflación, como había acordado con el Fondo Monetario Internacional.
Creciendo al 4% mensual, el dólar oficial corre de atrás a una inflación que en marzo fue de 6,7% y en abril de 6%, en un contexto, además, del dólar fortaleciéndose a nivel mundial y con devaluaciones de las monedas de los países emergentes. La Argentina termina revaluando el peso.
El tironeo entre el tipo de cambio oficial (relativamente retrasado para moderar el impacto sobre el costo de vida) y una inflación casi sin anclas y que mes a mes marca cómo los alimentos (pero también la indumentaria y los productos electrónicos) pisaron el acelerador, potencia la incertidumbre sobre el segundo semestre.
Hay aumentos previstos de tarifas de luz, gas, combustibles que se suman a la carrera entre la inflación y los salarios caracterizada por negociaciones paritarias que desembocan en subas de 60% o más.
La última licitación convocada por Martín Guzmán para conseguir fondos dejó en claro que pesos en la economía hay, pero que el Tesoro debe ofrecer letras y bonos de cortísimo plazo y que los intereses se paguen en función de la inflación.
Todo a corto plazo, todo indexado y con un Tesoro que, a pesar de conseguir más fondos del mercado, no puede evitar tener que recurrir al Banco Central para que emita más pesos con el fin de llenar agujeros de una economía desequilibrada.