Con nuestra proyección de inflación de 5,4% para mayo, el acumulado de cinco meses alcanza a 27%. Aun reduciéndose la suba de precios a un ritmo de 4% mensual, el año finalizaría en 70%.
Detrás una coalición de gobierno que cascotea el acuerdo con el FMI, el único ancla que le queda frente a un Banco Central descapitalizado que no logra acumular reservas y tiene que emitir para financiar un fisco que maneja un gasto público creciendo 20 p.p. arriba de la recaudación, mientras encuentra dificultades para refinanciar la deuda de pesos y debe acudir al financiamiento monetario antes de tiempo. Aún con exportaciones récord, el Gobierno está poniendo en juego las tres metas del programa: la fiscal, la de reservas y la monetaria. Si bien es poco probable que el FMI deje caer el acuerdo, lo cierto es que la dinámica no ayuda a anclar expectativas mientras se acelera la suba del dólar oficial y las paritarias intentan recuperar lo perdido.
Con este ritmo de inflación, se da la paradoja que los sectores que no van con “el pelotón” y no pueden subir sus precios todos los meses son noticia cada vez que tienen que ajustar, mientras que los precios de muchos bienes suben por encima del promedio, volviendo a ser caros en la comparación con otras economías aún medidos al dólar blue.
El caso más paradójico es el de las tarifas de servicios públicos que desde que arrancó el Gobierno se mantuvieron prácticamente congeladas frente a una suba acumulada en los precios del 162% y mes a mes son tapa de los diarios, aún cuando las peleas internas dentro de la coalición de gobierno siguen poniendo un tope a las subas comprometidas con el FMI. Algo similar ocurre con los combustibles, que también acumulan un fuerte rezago luego de haber estado congelados en la previa a las elecciones y ahora intentan recuperar lo perdido en un mundo donde los precios de la energía se dispararon.
En el caso de otros servicios con más o menos regulación, los saltos discretos cada dos/tres o cuatro meses como las prepagas, los colegios, las expensas y/o el servicio doméstico ocupan las notas para explicar la inflación de cada mes, aunque en el acumulado de la gestión los aumentos siguen por debajo del promedio. Un caso particular, son los alquileres, que enmarcados en una ley que obliga a contratos por tres años con actualización anual; en parte por el impacto que produce el ajuste una vez por año sobre el presupuesto familiar, y fundamentalmente por los precios con que se renuevan contratos caídos como contracara de la brusca caída en la oferta de inmuebles en alquiler provocada por lo desatinado de la propia ley.
Los alimentos vienen subiendo en los últimos meses por encima del nivel general de precios, aunque en lo que va de la gestión vienen parecido. En parte por el impacto de la inflación internacional, en parte porque la Secretaría de Comercio se corrió de los controles dejando sólo unos pocos precios cuidados. Esto incluso antes del cambio dentro del organigrama y de los reemplazos de la semana pasada.
Urge un programa de estabilización que apunte a corregir la brecha cambiaria y la violenta dispersión de precios relativos oculta detrás de una inflación que en el margen corre a tres dígitos. Con un horizonte cada vez más corto y un acuerdo con el FMI atado con alambre, el riesgo de cambiar de régimen inflacionario mientras seguimos diseccionando el mes a mes del índice escala.
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