Los gobiernos, como las visitas, siempre dejan a todos contentos. Uno se puede poner feliz cuando llegan o se puede poner feliz cuando se van. Pero Alberto Fernández está consiguiendo el milagro de la doble felicidad: muchos de quienes celebraron su llegada a la Casa Rosada festejarán también su salida.
No sólo las encuestas que miden la evolución mensual de la imagen del Presidente y de su gestión muestran esa paradoja. También se puede comprobar en el encadenamiento imparable de críticas oficialistas que lo tienen como blanco. A los golpes que recibió desde el entorno de la vicepresidenta Cristina Kirchner desde el comienzo de su gestión -pronunciadas primero en voz baja, luego en voz alta y más tarde ratificadas por escrito- ahora se agregan los malos diagnósticos que reparten los funcionarios que se consideran leales al Presidente.
Desde ese grupo se exasperan, sobre todo, con la dificultad para tomar decisiones que reveló Fernández. Ninguno de sus amigos conocía esa característica que se manifestó desde que se puso la banda presidencial. Esa pasión por la duda genera comportamientos risibles en el propio gabinete: cuentan en la Casa Rosada que algún ministro albertista tomó la costumbre de poner el teléfono en manos libres cuando habla con el Presidente para conseguir que haya testigos de su diálogo e impedir de ese modo que Fernández revierta su decisión más adelante. La idea es hacer que la duda le genere costos adicionales al mandatario para obligarlo a decidir con la premura que exigen los problemas.
Los dos últimos nombramientos que hizo Fernández reflejan bien esos vaivenes. Agustín Rossi habló sobre su llegada a la AFI en noviembre del año pasado y asumió su cargo siete meses después. Daniel Scioli fue confirmado como ministro casi de prepo por los funcionarios que llamaron a los periodistas para informar sobre su regreso desde Brasil cuando el Presidente todavía no había indicado que esa novedad sea difundida.
Igual que la política, la economía es otro nudo de contradicciones para el Presidente. En el equipo económico ven que la Argentina se encamina a conseguir para este año el récord histórico de exportaciones. El país, dicen quienes hacen esas cuentas en el Gobierno, nunca recibió tantos dólares por sus ventas al exterior.
Sin embargo, comunicar ese dato extraordinario ahora puede ser un problema, porque dejará expuesto que el Gobierno es completamente incapaz de retener esas divisas que ingresan mes a mes, en cantidades fogoneadas por los buenos precios internacionales de los productos que venden las empresas argentinas al exterior.
Apesar de ese cuadro, el Presidente sigue todavía parado como candidato a su reelección. Según las encuestas es un mal candidato, pero sigue siendo el mejor candidato que tiene para ofrecer a la sociedad el Frente de Todos. El kirchnerismo, que no tiene un candidato para ofrecer, trata de encontrarle un costado bueno a esa situación. Al menos, dicen, en la campaña será Alberto Fernández el encargado de hablar bien de Alberto Fernández.
