El inspector Gonzalo Núñez (38) llevaba quince días buscándolo, y no lo podía cruzar. Hacía inteligencia de civil, pasaba por la finca en distintos autos particulares a cualquier hora del día. Quería verlo entrar o salir, mientras esperaba la orden de allanamiento.
Hugo Jorge Javier Castro (35) no tenía la menor idea de que lo seguían. O tal vez lo imaginaba. Un pedido de captura por abuso sexual y lesiones agravadas del Departamento Judicial de Zárate-Campana lo había llevado a esconderse en una finca de Torres, un pueblo de 2.600 habitantes (según el censo de 2010) de la ciudad de Luján. El martes pasado, cerca de las 9.30 de la mañana, Castro y Núñez se enfrentaron. Hubo más de 70 disparos en total. El saldo fue trágico.
El Sargento Hernán Coll (40) recibió cuatro proyectiles y murió en el hospital de Luján. Los policías Víctor Díaz Candia (34) y Malcon Neri Churquina (30) también fueron heridos: uno en una de sus manos y el otro en la zona de las costillas (recibieron el alta en el día). A Núñez las municiones le dieron en una pierna y en la mandíbula. Pero alcanzó a herir a Castro en la cabeza, hígado y pulmones, y es el único que se encuentra internado en grave estado. El tiroteo fue en Blas Pascal al 900. Comenzó en el frente de la finca en la que Castro se escondía y terminó puertas adentro.
Núñez está en un Centro Médico de Villa Crespo. Su estado es “estable”. Ya lo operaron y la próxima semana volverá a someterse a un procedimiento quirúrgico. “Pero emocionalmente está mal”, cuenta Gina, una vecina de Torres. Núñez es el Jefe y Encargado del Destacamento del pueblo. De ahí se conocen. “Puede hablar poco. Se la pasa lamentándose por Coll. ‘No lo pude salvar’, dice. Está con acompañamiento psiquiátrico”, cuenta la mujer.
Además de los tiros en la pierna y la mandíbula, Nuñez fue golpeado a culatazos (en su cabeza) por la mujer que sería pareja de Castro. Es más, según contó el policía en su internación, la mujer tenía una escopeta con la que intentó disparar y no le salió. Nuñez, herido, la pudo frenar. Tiene 19 años y está acusada de “Lesiones graves doblemente agravadas”.
El inspector Núñez, baleado el martes pasado en Luján.
En Torres se dice que la finca en la que vivía Castro era de un ciudadano español que visitaba el pueblo cada cuatro o cinco años. Los apoderados y administradores son dos hermanos de Luján, dueños de uno de los hoteles más importantes de la ciudad. Ellos eligieron a un casero. Ese casero trajo a tres mujeres jóvenes. Y una de esas mujeres habría invitado a vivir a Castro, luego de conocerse por Facebook. Se había mudado en mayo.
El destacamento de Torres depende de la Comisaría 3ra de Open Door y está ubicado a 20 kilómetros del centro de Luján. Es un pueblo tranquilo; de esos en los que algunos vecinos dejan autos sin llaves ni alarmas y las bicicletas en la puerta. Núñez vive en Garín, al norte del Conurbano Bonaerense. Llegó al destacamento hace tres años. De lunes a viernes duerme ahí mismo. Los fines de semana regresa a su casa. Trabaja de 8 a 20 horas.
“Te diría que son muchos en el pueblo los que tienen su teléfono. Es gente que le manda mensajes todos los días para saber cómo se encuentra. La que no le escribe llama al Destacamento”, le cuenta a Clarín otra vecina de Torres. Y sigue: “es que hacía recorridas fuera de su horario laboral. De noche y de madrugada. Es un tipo con mucha vocación. Sus compañeros le decían que se iba a enfermar de tanto trabajo y su respuesta era’yo soy así’. Lo crió un policía. Ese hombre fue su ejemplo”.
En Torres muchos coinciden en algo: ni Núñez ni los policías que lo acompañaban en la búsqueda de Castro tenían noción de sus verdaderos antecedentes. Creían que seguían a un simple “golpeador de mujeres”. Días después del hecho se difundieron sus otras causas. Fue detenido por venta de drogas, robos y un homicidio. Había estado preso en al menos dos oportunidades. “Nunca imaginaron que estaría armado y que los recibiría a los tiros”, afirman.
Castro era buscado desde el 5 de mayo por orden del Juzgado de Garantías 2 de Campana. La fiscal Irene Molinari lo había acusado por los delitos de “amenazas agravadas en concurso real con lesiones leves agravadas por el vínculo y género, en concurso real con el delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por el uso de arma y privación ilegal de la libertad agravada en concurso real entre sí”.
Hernán Coll, de 40 años, el sargento de la policía bonaerense asesinado en Torres, cerca de Luján.
La víctima es su ex esposa. Tienen seis hijos en común y se habrían separado en febrero. La primera denuncia es de febrero, por “violencia”. La Justicia ordenó que Castro fuera “excluido del hogar en el que residían juntos y se le ordenó una restricción de acercamiento”.
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En varias oportunidades, siempre según la versión de la mujer, Castro se presentó en la casa con un arma de fuego. La amenazaba y la golpeaba. Por miedo a más represalias, no se animó a volver a denunciarlo. Hasta el 21 de abril.
Ese día “le produjo una lesión en la cabeza” y comenzó a sangrar. La mujer denunció que la podrían haber golpeado de un “culatazo”. También “había tenido relaciones sexuales por fuerza mayor”, para que Castro se tranquilizara. Luego de denunciarlo nuevamente, la fiscalía solicitó la detención. Hubo allanamientos en Campana, con resultados negativos. De allí se fue a Torres. En los últimos días las mujeres que viven en la finca le contaron a medios locales que Castro salía a robar todas las madrugadas. Pero que “les vivía prometiendo que iba a cambiar”.
PS