El primer semestre de 2005 pintaba muy bien para River Plate. El equipo dirigido en aquel entonces por Leonardo Astrada era uno de los principales animadores del Torneo Clausura y había clasificado a los octavos de final de la Copa Libertadores tras una fase de grupos brillante e invicta, con 5 partidos ganados y apenas 1 empate. Sin embargo, todo cambió en un entrenamiento: el caso Ameli-Tuzzio salió a la luz y ya nada fue igual para ese plantel.
“Fue en el lugar menos indicado y en el momento menos esperado“, reveló Federico Domínguez, uno de los integrantes de dicho vestuario, 17 años después del emblemático episodio. “Yo recién había llegado, era mi primer semestre, tenía toda la ilusión de ganar la Libertadores. Íbamos bien en el campeonato y en la Copa terminamos primeros en el grupo, invictos, habíamos empatado un solo partido”, contextualizó con sus propias palabras.

Federico Domínguez, Marcelo Gallardo y Horacio Ameli.
Y relató: “Íbamos a empezar la práctica, Astrada nos juntó en el medio del campo, señaló un par de cuestiones futbolísticas, nos felicitó por esa primera fase, nos dijo que estábamos por el buen camino pero que se venía lo más difícil. Y cuando terminó de hablar apareció Tuzzio y dijo lo de Ameli y su esposa“.
Eduardo Tuzzio y Horacio Ameli no solo fueron compañeros en River Plate y San Lorenzo, donde salieron campeones en ambos clubes, también habían forjado una amistad fuera de los límites del terreno de juego.

Eduardio Tuzzio y Horacio Ameli también fueron compañeros en San Lorenzo.
“Sorpresa total, nos quedamos helados. Y de la sorpresa empezamos a separar porque se querían agarrar a trompadas. Se suspendió el entrenamiento y después fue un gran quilombo todo: muy difícil de gestionar para Astrada y muy difícil de llevar para el grupo. Los hacía entrenar a diferente horario: si uno arrancaba a las 10, citaba al otro a las 8.30. Y al día siguiente, al revés. En el campeonato, ponía a uno en un partido y no al otro, y al siguiente, viceversa, pero en la Libertadores jugaban los dos. Y no se hablaban“, contó.
“Yo concentraba con Diogo, el otro lateral, y nos decíamos: ‘Estos muchachos no se hablan, tenemos que estar más atentos que nunca‘. Los laterales siempre se hablan con los centrales, pero acá teníamos que hacerlo entre nosotros, y en el Monumental, con todo el griterío, era imposible. No, no, era muy jodido“, agregó en la clásica entrevista de la 100 preguntas con Diego Borinsky para La Nación.
También destacó el importante rol de Marcelo Gallardo: “En la concentración era lo más difícil, porque a los entrenamientos iban a diferente horario, pero en la concentración había que convivir. No se podían escuchar los programas de radio ni de tele. Ahí apareció Gallardo, como capitán, dejó las cosas bien claras, y el grupo lo siguió. De algún modo, mostró lo que se ve hoy como conductor. Nos reunió a todos, sin Ameli ni Tuzzio, y tomó la voz cantante: dijo que no había que tomar postura por ninguno, que teníamos que ser inteligentes y fuertes, tratar de gestionar este quilombo“.
Y concluyó: “Era un ambiente muy pesado. Yo viví conflictos en planteles donde había jugadores que estaban peleados, pero nunca me tocó una así. A la distancia, creo que Tuzzio se equivocó en tirar el tema, pero por otro lado también es muy difícil actuar en una situación así. Valoro que fue genuino, que fue él“.