El romance entre Andrés Calamaro y su público está intacto.
Aquella última vez en Buenos Aires había sido en diciembre de 2019 y el cantante venía con su disco Cargar la suerte bastante fresco, como eje de ese show. Esta vez, sin novedades en el frente, la idea fue darle nueva vida a esos hits inoxidables que están adheridos en el inconsciente colectivo por sus melodías infecciosas, versos sobre la libertad y estribillos picantes. Sin artificios, ni estridencias, ni puestas extraordinarias. La potencia austera y el oficio de un cantante experimentado, su banda, sus canciones y su look icónico de gafas negras y rulos. Rock en estado de pureza, sin cortes.
“Buenas noches, Buenos Aires. Barrio bohemio”, saludó Andrés en doble guiño a Villa Crespo -donde se ubica el estadio- y a la primera canción de la noche, “Bohemio”. Desde esa declaración de principios partió un viaje por lo más reconocible de su catálogo a través de otras 23 piezas.
Con Mariano Domínguez en el bajo, Martín Bruhn en batería, Germán Wiedemer en piano y Julián Kanevsky en guitarras, Calamaro pivoteó entre el micrófono para romper las métricas originales y cantar a su modo, la guitarra, percusiones -maracas en “Para no olvidar”, un cencerro muy a lo Miguel Abuelo– y alguna que otra excursión a sus teclados.
Entre todos, formaron versiones que se destacaron por los detalles: la mirada de Willie Colón impresa en la remera del cantante hizo juego con el sabor latin jazzero sugerido en el pulso y los fills en “Los aviones”, finalizada con los versos de “El ratón” (Cheo Feliciano). O el doblez melódico de “Mil horas” (Los Abuelos de la Nada) para cerrar “Tuyo siempre”. La hondura post-punk en “All You Need Is Pop”, joyasalmonera. El entrañable dueto con Zoe Gotusso para “Tantas veces”. O la jam santanesca para rematar “Alta suciedad”.
Amén de la estrella convocante y sus canciones, la figura de la noche fue Diego Armando Maradona. De movida fue invocado por la sencilla y festiva “Maradona”, aquel homenaje en vida que Andrés le hizo al astro: ”Es un ángel y se le ven las alas heridas / Es la Biblia junto al calefón”, había patentado en 1999 y volvió a sonar ahora, mientras en pantalla se vieron cuatro de los cinco goles que marcó en México 86.
Después, los versos de “Esperame en el cielo” (Los Panchos) fueron más una plegaria a Diego que al amor perdido que se lamenta en el bolero original, aquí transformado en una delicada balada con Andrés y Wiedemer solos. Unos focos blancos que caían del techo emulaban la luz que irradia Maradona desde allá arriba, justo cuando se estaban por cumplir dos años de su triste muerte. A continuación, la emotiva y alegórica “Estadio Azteca” cerró el bloque maradoniano con el público haciéndose cargo del estribillo y el cantante gozándolo.
Hubo otras dos dedicatorias en la noche: primero, al recientemente fallecido Wilko Johnson (“Revolucionó la guitarra électrica”, sintetizó Calamaro) y después a Pity Álvarez, luego que desde el campo le tiraran un trapo con la figura del músico. “Muchos cariños, Pity. Te estamos esperando”, soltó El Salmón.
En el tramo final, versionó a Ratones Paranoicos (“Para siempre”), también a Los Rodríguez (“Sin documentos” y “Mi enfermedad”) y volvió a socializar el micrófono con la multitud en la épica inagotable de “Flaca” y “Paloma”.
Luego de “Crímenes perfectos”, la última catársis colectiva fue con “Los chicos” y el recuerdo siempre presente para los amigos ausentes. Con la bendición de Osvaldo Pugliese, en la pantalla aparecieron Mariano Mores, Sandro, Miguel Abuelo, Federico Moura, Luca Prodan, Julián Infante, Guille Martín, Pil, Willy Crook, Palo Pandolfo, Marciano Cantero, Pappo, Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati. El último en aparecer fue Maradona, quien se volvió a robar una sentida ovación. Andrés se retiró tirando unos movimientos de torero utilizando su saco como capote, mientras por los parlantes sonaba un pasodoble. La faena estaba concretada y se repetirá en este mismo lugar el próximo domingo 27.
QUIÉN ES NATALÍ FRANCO, LA NUEVA NOVIA DE ANDRÉS CALAMARO
Nacida en la localidad cordobesa de La Para, Natalí Franco fue modelo y en la actualidad trabaja para la constructora que organizó la gala de lujo en el teatro Colón.
Madre de tres hijos, la técnica en negociación de bienes, en la actualidad vive en Buenos Aires y estaría separada desde 2018.
Andrés Calamaro por su parte, es padre de Charo (15), fruto de su fugaz matrimonio con Julieta Cardinali.