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La maestra Beatriz Argañaraz desapareció el 31 de julio de 2006, cuando se dirigía a trabajar al Colegio San Francisco, en la zona de Barrio Norte de Tucumán. Según la investigación realizada por la fiscal Adriana Giannoni, la docente fue citada antes de ingresar al colegio, mediante engaños, al departamento que compartían las ex novicias Nélida Fernández, ahora llamada Marcos, y Susana Acosta.

Con el avance de la causa se pudo comprobar que justamente en ese lugar la habían asesinado a golpes. El cuerpo de Betty nunca apareció.

En diciembre de 2009, un tribunal las condenó a 20 años de prisión por considerarlas culpables del delito de homicidio simple en contra de la maestra. Este miércoles un hombre de 49 años habría encontrado dos huesos que podrían ser humanos y pertenecientes a la víctima. 

¿Son los restos de Betty Argañaraz?

El caso fue resuelto. Pero el misterio que gira en torno a qué hicieron con su cuerpo sigue intacto. La historia del caso de “Betty” dejó huellas que aún despiertan polémicas que dividen a la sociedad.

Personal policial trabaja en el lugar para determinar si los restos óseos encontrados pertenecen a la maestra desaparecida. 

Ya han pasado 16 años del impactante crimen. En ese lapso sucedieron muchas cosas. Ángela Farías, madre de “Betty”, se fue de este mundo sin saber que había pasado con su hija, a la que lloraba todos los días. Con su muerte, por cuestiones legales, la familia nunca pudo ejercer el rol de querellante en la causa. Se fue de este mundo sin saber lo que había sucedido con Ángela, la hija por la que se le inflaba el pecho de orgullo.

Todos los investigadores que participaron del hecho ya se jubilaron o no forman parte del Poder Judicial. Los jueces Emilio Páez de la Torre, Alfredo Barrionuevo y Pedro Roldán Vázquez, que integraron el tribunal que condenó a las ex novicias, también colgaron la toga.

José Luis Fernández, hermano de Marcos, que fue absuelto, continuó con su vida y prefiere no hacer declaraciones. Lo mismo sucede con la hija de las penadas. La niña fue criada por los abuelos de Acosta y, luego de que fallecieran, se fue a vivir con una de las hermanas de la condenada. Les dio un nieto y desde hace mucho tiempo recibe asistencia de la Fundación Marita Verón.

En el colegio Padre Roque Correa, cuya disputa por la dirección generó el crimen, nadie habla del tema. “Siempre trataron de proteger la reputación tapando todo. Nunca le hicieron un homenaje a mi hermana y tampoco no hay ni un lugar que lleve su nombre dentro de la institución para que se la recuerde”, se quejó “Lili” Argañaraz.

Julio Navarro, ex pareja de la docente asesinada, también desapareció. “La última vez que lo vi fue el día de la sentencia. Después nunca más. Me dijeron que se había radicado en Buenos Aires o en Mar del Plata. Las cosas que se ventilaron en el juicio le hicieron mucho daño”, agregó la hermana de “Betty”. El ex secretario de la fiscalía que investigó el caso, Ernesto Baaclini, confirmó esa versión. “Estaba de vacaciones en Mar del Plata y me atendió en un restaurante. Me dijo que era mozo y que hacía otros trabajos para subsistir”, informó.

El reloj biológico de “Lili” Argañaraz pareciera haberse detenido el mismo momento que desapareció “Betty”. Su última aparición fue cuando los condenados por el caso solicitaron que se les otorgue la libertad. Otra vez pidió a gritos: “¡que digan dónde está para poder llorarla en su tumba!” Un clamor que es y será compartido por gran parte de los tucumanos.



Fuente Los Primeros

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