martes 21 de febrero de 2023
Si hay un hombre cargado de un pasado complicado es Juan Carlos I. Casos de corrupción, infidelidades, caza de animales en peligro de extinción… Son incontables las sombrías facetas de quien supo ser el rey de España.
Y hay una de ellas que tal vez sea la que menos lo deje dormir de noche. Un suceso que tal vez lo dejó marcado por siempre y que lo persigue en sus peores pesadillas. La muerte de su hermano menor.
Era una Semana Santa del año 1956. Juan Carlos I fue junto a su hermano menor, Alfonso, a una práctica de tiro en el parque de Villa Giralda, en Portugal. Él tenía 18 años y Alfonsito 14. Ambos eran muy cercanos y cómplices en todo, como más tarde reveló en entrevistas.
Al actual rey emérito le habían regalado una Long Automatic Star calibre 22 durante su paso por la academia militar. Y fue con esa misma arma que fueron al campo a practicar, para luego esconderse en una habitación de la residencia, ya a la noche, informa Voces críticas.
Después de unos minutos, se escuchó una fuerte detonación proveniente de allí. El padre de ambos, Juan de Borbón y Battenberg, asistió allí de inmediato y vio a su hijo muerto en el suelo. Le pidió a Juan Carlos I que le jure que no lo hizo a propósito.
Más tarde se lanzó un comunicado en el que decía que Alfonso se había disparado por accidente mientras limpiaba el revolver. Sin embargo, más tarde, y de boca de varias personas, incluyendo a la ex amante del monarca español, Corinna Larsen, se supo que el balazo salió accidentalmente de la pistola sostenida por Juan Carlos I y que impactó en la frente de su hermano.
El acontecimiento terrible de aquella Semana Santa jamás fue olvidado por el rey emérito y lo persigue hasta la actualidad.