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sábado 22 de abril de 2023

Una de las cuestiones por las que el príncipe Alberto II se enamoró perdidamente de Charléne de Mónaco fue por el extraordinario estado físico de ella.

Cabe destacar que la figura de la princesa no solo se debe a cuestiones netamente genéticas, sino también a la natación, deporte que desarrolló durante gran parte de su vida.

Su Alteza Serenísima participó de los juegos olímpicos de Sidney 2000 en representación de Sudáfrica y culminó en la quinta posición en la denominada posta de relevos.

El amor de la cuñada de Carolina de Mónaco por la natación nunca cesó y en 2002 compitió en el Campeonato Mundial de Natación, donde se quedó con el sexto lugar.

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Si bien con el paso del tiempo las competencias fueron cesandon y algunas lesiones la marginaron de las piscinas, Charléne de Mónaco nunca dejó de disfrutar de la natación.

En esa línea, la princesa se mostró espléndida con un traje de baño en la pileta del Stade Louis II, con la intención de enseñar algunas técnicas de natación a unos ochenta y cinco niños que participarán de una competición a nivel nacional. Además, ella fue monitora en espacios destinados al aprendizaje de primeros auxilios ante casos de ahogamiento.

/Fuente Voces Criticas