El 25 de diciembre, el día de Navidad, llega un nuevo estreno antes que termine el año. Se trata de Matilda de Roald Dahl: El musical que es en realidad una adaptación del musical que recogió a lo largo de los años infinidad de premios entre ellos varios de los premios Tony y Olivier.
La historia se centra en vida de Matilda, una niña no deseada ni amada por sus padres que ni siquiera se toman la molestia de enviar a su hija a la escuela. La niña tiene capacidades especiales y ama leer y estudiar por su parte. La llegada a una escuela estricta manejada por una tirana (Señorita Tronchatoro) es balanceada por la señorita Miel con quien Matilda logrará tener una relación de madre e hija de la que carece. Una niña que vive hostigada y que encuentra en la recreación de historias y en sus libros la salvación que precisa para sobrevivir.
Para el rol central de la niña con poderes extraordinarios se eligió a Alisha Weir, quien entona en diversas canciones donde relata el martirio de su infancia con sus padres, la tiranía de la malvada directora de la escuela la señorita Tronchatoro (interpretada por Emma Thompson) y el alivio que encuentra en la Señorita Miel (en al piel de Lashana Lynch). Una jovencita que solo desea cambiar su triste realidad.
Esta película estuvo bajo la supervisión de Matthew Warchus, ganador del Olivier y nominado al Tony por la adaptación teatral del aclamado musical, que se estrenó en 2010. La versión cuenta con un ensamble de danza de 250 niños e incluso la estatua de Tronchatoro en el patio de la escuela Pachurralos es original. Fue realizada con poliestireno y rociada con vinilo para darle resistencia y textura al pintarla. Medía más de 7 metros de altura. El zócalo de hormigón de la estatua se inspiró en la estatua de Friedrich Engels, que ahora puede verse en el centro de Mánchester.
En un comunicado emitido por Netflix antes de su estreno, Warchus habló sobre los desafíos que debió enfrentar en esta adaptación: “En la obra teatral, nunca necesité saber cómo se vería la calle donde vive Matilda, solo debía preocuparme por la sala de estar y su habitación. Ahora, debía saber cómo se veía toda la casa, la entrada, el aspecto del edificio, el jardín, la calle, la ciudad. Casi nada de esto se encuentra en el libro de Roald Dahl, pero no podíamos sacar adelante la película sin mostrarlos. Pensamos mucho en estos detalles”, explica el director.
Y agrega “Lo mismo sucedía con otras partes de la historia, como la escuela. ¿Cuántos estudiantes tenía Pachurralos? Eso no le concernía a la obra teatral, pero ahora debíamos solucionarlo. ¿Cuántas aulas, cuántos niños por aula, quiénes son los maestros? Tienes que responder esas preguntas para que una película parezca verosímil”, concluye.
Matilda: Lo que no puede faltar
Es que hay cosas que no pueden faltar. Troncha agarra de los pelos y lanza por los aires a una chica («Las orejas de los niños pequeños no se salen, simplemente se estiran», dice convencida, y lo demuestra), o los manda a El Agujero, y está, cómo iban a perdérsela, la escena de la enorme torta de chocolate, que Bruce debe comérsela entera tras haberle robado una cucharada a la porción de la Señorita Tronchatoro. También, la salamandra en el vaso.
El director Matthew Warchus (Pride/Orgullo, que tuvo su premiere en Cannes y aquí no estrenó comercialmente) ha cambiado varias cosas -el guion es de Dennis Kelly-, porque adaptar una obra de teatro implica decididamente eso, a menos que se la filme como Hamilton.
Como sea, los Wormwood (sus terribles padres son interpretados por Andrea Riseborough y Stephen Graham) no crían a otro hijo -es una manera de decir- sino solo a Matilda. En estos tiempos, no sorprende que la Señorita Miel en vez de blanca y rubia sea negra (Lashana Lynch), la maestra dulce y gentil y comprensiva que ayuda a Matilda.
Alisha Weir interpreta a Matilda, que tiene superpoderes como mover las cosa, y aquí recibe libros de una biblioteca rodante, que es donde vive la señora Phelps (Sindhu Vee), también de ascendencia africana.
Hay una historia que Matilda narra, y que es central en el musical y por ende en esta película. Una que ella va construyendo, con un escapista y una equilibrista de circo, negros, acosadas por una hermana mala. Esa historia ficcional, imaginada por la niña tendrá relación con la vida real.
Lo dickensiano que también estaba en el filme de DeVito pasa más lavado entre las canciones de Tim Minchin, el actor y compositor que describe sus actuaciones como «shows divertidos de cabaret», lo que le da la impronta a toda la película.