viernes 20 de enero de 2023
Luego del funeral de Benedicto XVI, la emérita Sofía se dirigió a Atenas a acompañar a su hermano Constantino II. Le habían informado que el antiguo rey de Grecia estaba muy delicado de salud. Se mantuvo junto a su hermano los últimos antes de su fallecimiento. Cuando se conoció la noticia, el resto de la familia real de España fue informada.
Unos días más tarde llegaron a Grecia el hijo de la reina, Felipe VI y su nuera, Letizia. Además también se hizo presente su marido Juan Carlos I, quien actualmente reside en Abu Dabi. Durante todo momento se notó la tristeza en los ojos de la reina emérita que no se despegó nunca de su cuñada y sus sobrinos.
Durante la ceremonia funeral en la capilla de Tatoi, Sofía estuvo sentada detrás de la viuda y los hijos de su hermano, junto a su marido. Se la notó hablar poco y siempre con un semblante triste. De todas formas dejó que las personas que se encontraban fuera de la iglesia, se acercaran a darle el pésame, a pesar de Juan Carlos I.
Luego durante el cortejo hasta el cementerio, se la vio caminando sola por momentos, luego estuvo del brazo junto a Felipe VI y Letizia. Sofía además siempre estuvo junto a su hermana Irene. En varios momentos durante lo que duró el funeral de su hermano, la reina emérita se derrumbó y lloró abrazada a su familia.
Aunque para las cámaras logró enviar alguna sonrisa, su dolor era muy evidente. Pero de todas formas pudo homenajear a su hermano. Al igual que el resto de la familia, la reina llevó en uno de sus dedos un anillo que fue anteriormente de Constantino II. De esa manera tan sutil, la familia honró al difunto monarca y la prensa lo notó unos días después.
La reina emérita decidió quedarse unos días más en Atenas, aunque todavía guarda luto riguroso. Salió a comer junto a su hermana Irene, su cuñada Ana María y sus sobrinos. Fueron a un restaurante de la ciudad que tiene un significado muy especial para la familia, ya que Constantino había sido presidente del club al que pertenece el lugar.