jueves 23 de febrero de 2023
La familia real británica tiene una historia llena de infidelidades y traiciones. Pero hubo un hecho que tranquilamente podría ser parte de una película de acción. Y nada más ni nada menos que la princesa Ana, la hija de Felipe de Edimburgo e Isabel II, estuvo involucrada.
Era el año 1974. La hermana de Carlos III estaba recién casada de unos meses con Mark Phillips. Ambos volvían de un evento de caridad y se dirigían al Palacio de Buckingham. Sin embargo, sucedió un hecho inesperado.
Durante el trayecto un hombre se bajó de otro auto y comenzó a disparar. La limusina que transportaba a la princesa Ana fue víctima de constantes balazos. Y después de haber disparado contra varios miembros del equipo real, el sujeto en cuestión abrió la puerta y le exigió a la princesa que fuera con él, informa Voces críticas.
Sin embargo, esta se negó. Es conocida por tener un caracter fuerte pero en ese momento lo demostró más que nunca. No entró en pánico e intentó charlar con él. De esta forma, fue ganando tiempo. Mientras, un hombre llamado Ronald Russell, ejecutivo de una empresa de limpieza y exboxeador, reconoció el vehículo real, detuvo su propio auto y se dirigió allí.
Golpeó al hombre en cuestión en la cabeza. Este, de igual forma, intentó detener a la hija de Isabel II quien aprovechó el momento para escaparse. Pero ella esquivó al hombre de manera ágil y antes de que pudiera seguirla, el exboxeador le propinó un golpe en la cara.
Con la misión fallida, el hombre intentó escapar pero la policía logró detenerlo y arrestarlo. Más tarde, se supo la historia de él: su nombre era Ian Ball, tenía años, sufría problemas de salud mental y estaba desempleado desde hacía un tiempo. Dentro de su auto se encontraron tranquilizantes, esposas, y una carta de rescate en la que le pedía 2 millones de libras esterlinas a la reina Isabel II en forma de billetes de 5.
Así fue la historia de cómo la princesa casi fue secuestrada, pero un exboxeador logró ayudarla y ella manejó la situación de forma extraordinaria. Digna de Hollywood.