Después del rechazo del Presupuesto en el Congreso, un fracaso legislativo que Alberto Fernández calificó ante Kristalina Georgieva como un «problema inesperado» en la comunicación virtual que mantuvieron horas después de la sesión, el Gobierno busca ahora el apoyo de los gobernadores a las negociaciones con el Fondo Monetario.
«Esta imagen ayuda mucho», resaltó este lunes una altísima fuente oficial tras la foto «de familia» que Fernández consiguió este lunes con casi todos los mandatarios provinciales en torno a la firma del consenso fiscal que regirá para el 2022.
En ese sentido, el Presidente sorprendió a los gobernadores con un anuncio que hasta algunos de sus colaboradores desconocían: el próximo miércoles 5 de enero, el ministro de Economía, Martín Guzmán, recibirá a los jefes provinciales en Buenos Aires para compartirles detalles de las negociaciones con el FMI, en lo que el Gobierno espera que sean los tramos finales de las conversaciones con el organismo.
Para el Gobierno, el traspié legislativo de hace poco más de dos semanas en el Parlamento alrededor del Presupuesto fue un baldazo de agua helada en las negociaciones que Guzmán mantiene casi desde que asumió con el Fondo, para la refinanciación de los U$S44.000 millones tomados durante la administración de Cambiemos.
El vínculo entre el oficialismo y la oposición, de hecho, quedó visiblemente dañado después del rechazo opositor. Y obligó a la Casa Rosada a darle al consenso fiscal rubricado este lunes una centralidad mucho mayor a la prevista. Incluso internamente, en la previa, había dudas por el éxito de la convocatoria.
Fue clave, en esa línea, el trabajo del ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro, que en los últimos días tuvo que rebatir insistentemente junto a Silvina Batakis, la secretaria de Provincias, los cuestionamientos en torno a los posibles aumentos de impuestos que se podrían implementar a través del nuevo pacto fiscal.
Todos los gobernadores -Entre Ríos, Córdoba y Tierra del Fuego enviaron a sus vices- esperaron a la firma del acuerdo en las oficinas del ministerio del Interior, en la planta baja de la Casa Rosada. Después, caminaron todos juntos los metros que separan a las oficinas de De Pedro con el salón de los Pueblos Originarios, en la misma planta.
Aún no se sabe si Horacio Rodríguez Larreta estará presente, el próximo miércoles, en la explicación que Guzmán tiene previsto brindarles a todos los mandatarios. El jefe de Gobierno porteño es el único que no adhirió al consenso fiscal: ya había renunciado el año pasado, por la demanda judicial que presentó en la Corte Suprema tras el recorte en la coparticipación que le propinó el Gobierno.
En la cúpula del oficialismo subrayan, sin embargo, que todavía hay nexos con la Ciudad. Por temas exclusivos de la gestión.
Por el contrario, Fernández sí tuvo el apoyo de los tres gobernadores de la UCR, que un par de horas antes habían tenido que detallar en la reunión de la mesa nacional de Juntos por el Cambio los motivos de la adhesión al pacto tributario que Mauricio Macri había implementado por primera vez en el 2017 con una rebaja progresiva de los impuestos que, por lo bajo, nunca terminó de conformar a los jefes provinciales.
«Todavía no conocemos el convenio, paso a paso», resaltó Gustavo Valdés, de Corrientes, después de firmar frente a los periodistas acreditados en Casa Rosada. Uno de los radicales, junto a Gerardo Morales y Rodolfo Suárez, que dieron el presente. No estuvo Gildo Insfrán, que deberá adosar su firma de manera digital y que pidió disculpas por no estar: tenía compromisos en su provincia.
A la necesidad del Gobierno de contar con todo el apoyo de las provincias de cara a instancias cruciales de las negociaciones con el Fondo, Fernández le suma la obligación de mostrar, en paralelo, cierta cohesión puertas adentro del Frente de Todos.
Es decir, tratar de esconder lo más posible las tensiones internas. Durante su discurso, el Presidente, de hecho, le agradeció dos veces al ministro del Interior. La relación entre Fernández y «Wado» dejó de ser la misma después de las PASO. Tratan de que ese quiebre pase lo más desapercibido posible.
Lo mismo sucede con el vínculo entre Guzmán y el kirchnerismo. Según trasciende, el diálogo entre el ministro, a cargo de las conversaciones con el Fondo, y Cristina Kirchner pasa desde hace algunas semanas por un clima de buena armonía.