Pasamos horas sentados frente a la computadora, con el celular en la mano, en el colectivo o en una reunión. Pero pocas veces nos detenemos a pensar que esa forma en la que estamos – encorvados, cruzando las piernas o haciendo equilibrio sobre una sola cadera – podría estar afectando mucho más que la espalda. De hecho, una mala postura puede impactar directamente en cómo funciona el sistema digestivo.
El vínculo entre postura y digestión
Cuando el cuerpo está encorvado, el abdomen se comprime. Esa presión puede dificultar el movimiento natural del estómago y los intestinos, ralentizando el proceso digestivo. Esto se traduce en digestiones más pesadas, sensación de hinchazón, reflujo y hasta gases. Además, sentarse mal después de comer (como acostarse en el sillón o encorvarse frente a la pantalla) puede empeorar estos síntomas.