Una piel apagada, es decir, sin brillo, puede deberse a múltiples factores, siendo uno de los más frecuentes la acumulación de células muertas que no se retiran conforme el rostro se va renovando. La falta de hidratación es otra causa muy común para un cutis carente de luminosidad. Otra posibilidad es que no se esté llevando a cabo una rutina de limpieza y desmaquillado adecuada, provocando la obstrucción de los poros e impidiéndoles así respirar.
El estrés, la falta de sueño que provoca cansancio o unos hábitos de alimentación desaconsejables también ejercen un impacto negativo sobre la salud y la apariencia del rostro. No obstante, todos estos efectos consiguen paliarse con la ayuda de determinados productos que le devolverán a tu piel su luminosidad.
El primer producto que supondrá un cambio es un limpiador adecuado a tus necesidades. Los hay en diferentes formatos y aptos para cada rostro, incluyendo sensibles o con tendencia al acné. Lo recomendable es usarlos como primer paso en la rutina de mañana y noche de cuidado facial. Una piel limpia, sin exceso de grasa, tendrá un aspecto más radiante.