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Los gatos son muy sensibles al calor, sobre todo si tienen sobrepeso o padecen alguna enfermedad. Aunque tienen la habilidad de regular su temperatura corporal en varios grados para evitar sentir frío o calor, cuando las temperaturas son extremadamente altas se ven afectados de manera similar a los humanos.

En el momento en que el termómetro supera los 30 grados, tienden a buscar refugio en las áreas más frescas de la casa y disminuyen al máximo su actividad. Pero no siempre les resulta. Un felino con mucho calor mostrará síntomas como jadeo excesivo, aumento en el consumo de agua, letargo o temblores musculares.

gato verano

La temperatura ambiente óptima para este animal está entre los 15 y los 23 grados. Al igual que los perros, sólo poseen glándulas sudoríparas en las almohadillas de las patas. Además, usan su boca (abriéndola) para regular el exceso de temperatura y lamen su cuerpo, aprovechando la evaporación de su saliva como una forma de reducir ligeramente el calor en su organismo.

Fuente: Nexofin