El estrés puede afectar todo el organismo, incluida la microbiota intestinal, que es el conjunto de millones de microorganismos que se encuentran en el cuerpo, como bacterias, hongos, virus y más.
Un pico de estrés, probablemente, permite resolver una situación, pero cuando ésta es mantenida en el tiempo, y generada de la mano del cortisol – la hormona del estrés – se genera una situación muy proinflamatoria que afecta a la microbiota. Mientras que el desequilibrio de la misma, o cuando está “desordenada”, puede complicar el manejo del estrés, generar moléculas proinflamatorias que contribuyen a la inflamación incluso en el cerebro, y contribuir a la permeabilidad intestinal.